Las huellas perdidas de Buñuel

Las huellas perdidas de Buñuel

(PD / EFE).- La retrospectiva que la Berlinale dedica al genio del español Luis Buñuel vivió el miércoles su velada más emotiva con la proyección de ‘El último guión. Buñuel en la memoria’, en el que uno de sus colaboradores, Jean Claude Carrière y su hijo, Juan Luis Buñuel, emprenden un viaje de redescubrimiento del cineasta aragonés.

Dirigida por Javier Espada y Gaizka Urresti, la cinta se embarca en la búsqueda de las huellas perdidas de Buñuel (1900-1983) a través de lugares emblemáticos de su historia en España y Francia.

Juan Luis Buñuel explica que está «contento» de poder honrar así la memoria de su padre («siempre que la gente no se aburra») aunque aseguró que cualquier retrospectiva hubiera desagradado a su padre. «No le hubiera gustado ni tanto ruido ni tanta gente», agregó. El hijo del cineasta explicó que el rodaje está marchando «muy bien» y se mostró ilusionado con poder viajar a Estados Unidos, donde vive su hermano, y a México, para rodar la segunda parte del documental, todavía en fase de producción.

‘El último guión. Buñuel en la memoria’ aborda los primeros años en la vida del cineasta, su infancia y su juventud, su despertar creativo junto a Salvador Dalí y Federico García Lorca en la Residencia de Estudiantes de Madrid y su época francesa. Desde la casa familiar de Calanda, cuyo gramófono encandilaba a los vecinos de la calle, hasta el parisino hotel de Ronceray, en el paseo de Jouffroy, en que el director fue concebido, la cinta sigue los pasos de un Buñuel innovador, inquieto y amante de los disfraces y de los insectos.

Carrière y Buñuel hijo desvelan en sus conversaciones aspectos íntimos del genio: amaba los redobles de tambor tradicionales en Calanda durante la Semana Santa y decidió ser director tras ver en el cine la película ‘Las tres luces’ de Fritz Lang en 1921. Ambos se preguntan qué habría sido de Buñuel de haber nacido en el siglo XVII, doscientos años antes del cinematógrafo ya que, como él mismo admitía, no sabía ni escribir ni pintar. «Probablemente carnicero», asegura su hijo.

Los estudios Albatros, los estudios de Pathé o el Studio des Ursulines, donde se proyectó por primera vez ‘Un perro andaluz’ (1929), considerada la obra cumbre del surrealismo de Buñuel, son algunos de los escenarios por los que transitan ambos peregrinos en este paseo por la nostalgia. «Son lugares repletos de fantasmas y de memorias», apunta Carrière.

El parisino Studio 28 supuso un antes y un después en la obra del aragonés ya que, después de que grupos conservadores protestaran contra ‘La edad de oro’ (1930), las autoridades prohibieron su exhibición, un veto que no se levantó hasta 1980.

Juan Luis Buñuel destaca el carácter provocador de su padre de quien afirmaba que el éxito le generaba tremendas dudas. «Si una película funcionaba se preguntaba qué podía haber ido mal», explica.

Fotografías familiares e imágenes en blanco y negro ilustran una época revolucionaria en el ámbito del arte y de la cultura en España, que se truncó con la guerra civil (1936-1939) y el exilio de muchos de sus artífices.

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