El grupo Arctic Monkeys ha vuelto a triunfar por segundo año consecutivo en los Premios Brit de la música británica, entregados anoche en Londres. La banda liderada por Alex Turner ha sido premiada como la mejor del año y su segundo trabajo, Favourite Worst Nightmare, como el más importante publicado en Reino Unido durante 2007.
Los jovencísimos miembros de esta banda de Sheffield, heredera del sonido britpop de la década de los noventa, han agradecido los premios con humor, vestidos con ropas tradicionales de la campiña inglesa, emulando a viejos granjeros, con sus pipas y gorras clásicas inglesas. «Gracias a todo el mundo. Somos los Artic Monkeys. Somos los más fantásticos», ha dicho, eufórico, Alex Turner, que junto a Jamie Cook (guitarra), Matt Helders (batería) y Nick O’Malley (bajista) forman el grupo más cool e influyente de la escena británica de esta década.
Los ya no tan jóvenes Take That, imparables desde su retorno a la escena pese a no contar con Robbie Willians, no han podido alzarse con el galardón a mejor grupo pero sí en cambio al mejor directo y sencillo por Shine, tarareada por media Europa los últimos meses.
«No sentimos tan honrados. Hemos trabajado muy duro durante años», ha afirmado un trajeado Jason Orange acompañado de los otros componentes de Take That (Gary Barlow, Mark Owen y Howard Donald).
Foo Fighters, en la brecha
Los incombustibles Foo Fighters de Dave Grohl, ex batería de Nirvana, han sido seleccionados como el mejor grupo fuera de Reino Unido y mejor album extranjero (Echoes, Silence, Patience & Grace). La banda de Seattle se impuso a Arcade Fire y Kings of Leon.
La velada, que se celebró en el pabellón de Earl Court (centro de Londres) ante unos 8.000 invitados, estuvo presentada por la «familia del rock»: el veterano rockero Ozzy Osbourne; su esposa, Sharon; y sus hijos Kelly y Jack. «Esto es lo que yo llamo empezar con un gran culo», dijo la lenguaraz Sharon Osbourne al comienzo del acto, durante el que se sentó en un trono, al igual que su marido, rodeado por dos esculturas de perros gigantes y una gran carabela.
Una de las estrellas más aplaudidas de la gala fue la polémica cantante de soul Amy Winehouse, que volvió a actuar en el Reino Unido y cantó dos canciones (Valerie y Love is a losing game), tras ingresar en un centro para superar su adicción a las drogas y conseguir el pasado día 10 nada menos que cinco Grammys.
También hubo sonadas ovaciones para Kylie Minogue, que interpretó el sencillo Wow y, además, ganó el brit a la mejor cantante femenina internacional, reconocimiento por el que se declaró «muy agradecida».
«La música británica es la mejor»
Pero el momento más emotivo de la noche fue, sin duda, la concesión a Paul McCartney de un premio especial como tributo a su «excepcional contribución» a la música.
«La música británica es la mejor», señaló McCartney, quien confesó sentirse «enormemente privilegiado» por haber tocado con los Beatles y con el grupo que antecedió al mítico cuarteto de Liverpool, The Quarrymen.
El homenaje supuso un respiro para el músico, que pasó la semana pasada inmerso en el amargo proceso de divorcio de su segunda esposa, la ex modelo Heather Mills, quien podría llevarse un buen pellizco de la fortuna del cantante, valorada en casi 1.100 millones de euros (unos 1.650 millones de dólares).
Pese a todo, McCartney, de 65 años, hizo enloquecer a los invitados a la ceremonia con la interpretación de algunas canciones inolvidables de los Beatles, como Hey Jude, Lady Madonna y Get Back.
La inconfundible voz del Paul McCartney puso un broche de oro a una gala en la que también triunfaron Kanye West (mejor solista masculino internacional), Mark Ronson (mejor cantante masculino británico) y Kate Nash (mejor cantante femenina británica).