Alvaro Neil, el biciclown de la risa sin frontera

Alvaro Neil
Alvaro Neil

Hace tres años y medio, el 19 de noviembre de 2004, Alvaro Neil se encaramó a su bici y lígero de equipaje -«como los hombres de la mar»- se puso en camino. Desde entonces, este biciclown de la eterna sonrisa, no ha cesado de pedalear.

Ha recorrido ya cerca de 50.000 kilómetros y en todos los sitios, desde el Africa profunda al turbulento Oriente Medio pasando por Turquía camino del Caúcaso y del Asia Central, además de su modesto equipo de supervivencia, ha llevado la alegría.

El asturiano, que es un tipo con todas las de la ley, cuenta en su web algunas de sus peripecias y ha sido capaz hasta de escribir un par de libros -«Africa con un par» y «Kilómetros de sonrisas«-, pero lo que él hace es dificil traducirlo en palabras.

Lo de ahora no es nuevo, porque ya entre 2001 y 2003 recorrió toda América Latina «pedaleando solidaridad», pero tiene un calado especial.

Alvaro Neil es inasequible al desaliento. Ni las cuatro malarias que padeció en Nigeria, Congo, Gabón y Angola, ni las dificultades obvias de su proyecto, le han hecho titubear un segundo.

Estudió Derecho, se licenció, ejerció como abogado, opositó a Notarías y de repente, impulsado por ese resorte moral que sólo descubren los verdaderamente buenos, decidió cambiar de vida y que lo suyo era otra cosa. Vendió su coche y emprendió un proyecto solidario formidable.

Un proyecto que se realiza sin emitir un gramo de CO2 y capaz de arrancar sonrisas a diestro y siniestro, sin hablar apenas, con una bola roja colgada de la nariz y usando dos frágiles ruedas como medio de transporte.

Casi todo el dinero que necesita -para realizar el proyecto MOSAW: Miles Of Smiles Around the World (La vuelta al mundo en 80 meses)- lo reunió durante el año 2.004 dando conferencias, haciendo espectáculo de clown y trabajando de bicimensajero. El resto, vendiendo el DVD y sus dos libros.

En Letras Comprometidas le preguntaban no hace mucho si ha tenido que ir adaptando sus espectáculos de un país a otro y si la acogida que le dispensan ha sido muy diferente y Álvaro explica:

«La mayor dificultad para mis espectáculos suele aparecer en países árabes. Son extrasensibles con la religión, y las relaciones hombre-mujer están dirigidas por ese hecho. Un hombre no puede tocar el brazo de una mujer en público en Mauritania. En Egipto la mayoría van con velo, y son barreras para la libertad de acción de un payaso. Aprendidas esas limitaciones, el espectáculo funciona. No he tenido que cambiar gran cosa, solo saber leer la cultura del país. El primer show en Egipto fue un desastre (para mí, no para los asistentes), y el segundo fue un éxito (para ambos)»

Afirma ignorar cuándo volverá a su Oviedo natal y que, a menudo, se siente como si hubiera partido ayer:

«Me veo como si estuviera pedaleando por otro Planeta y el único camino de regreso fuera el que da la vuelta al mundo».

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