(PD)-. Dicen de él que no es un aristócrata decadente, sino todo un señor de Barcelona, miembro de la Academia Catalana de Gastronomía. Monárquico y de izquierda, en una entrevista de David Barba para La Razón, repasa o, más bien, da un repaso a los políticos en la mesa y a las últimas polémicas gastronómicos.
¿Qué recomienda para la sobremesa?
Un aguardiente y una buena conversación. Los asuntos políticos se solucionan mejor sentándose a la mesa. Jacques Chirac era un maestro de la negociación golosa. Miterrand, un auténtico «connaisseur». Frente a ellos (…) Zapatero, Aznar, González… Nunca supieron comer.
Suárez, como Cambó, era rápido en la mesa. Por cierto, Cambó también era rápido en la cama: estoy convencido de que existe una relación entre ambas prisas.
Donde esté el buen «jomer»…
Una velada inolvidable consiste en buena mesa, buena conversación y buen polvo. Camilo José Cela mezcló en «jomer» dos palabras mágicas: joder y comer. Antes de la invención del comedor por la burguesía inglesa se comía en cualquier lugar, lo que ayudaba a combinar el sexo con la mesa.
¿Qué fue de Carpanta?
Pasó a la historia. Hemos dejado de ser un país de hambrientos para ser un país de golosos. Desde la Constitución, comemos cada vez mejor. Y eso que no nos beneficiamos de la Revolución Francesa, que marcó el inicio de la gastronomía moderna.
¿Qué viene después de saciar la gula? ¿Homo tristis post coitum?
Puede que sobrevenga el sueño, o cierta tristeza de tipo poscoital. Pero a mí, la gula me reconcilia con la vida. Porque yo soy un tripero irredento.
