«¿Me pone con el cielo?», las llamadas más extravagantes a la línea 11811

(PD).- Desde solicitar el teléfono del presidente del Gobierno, hasta pedir la contestación de una pregunta de Trivial escondido en un baño, o el número de «marimar», en referencia a MediaMarkt, son algunas de las anécdotas recogidas en el libro «¿Me pone con el cielo?».

Prologado por Gomaespuma, «¿Me pone con el cielo?» recoge en casi doscientas páginas llamadas curiosas que han atendido las más de 400 personas, la mayoría mujeres, que trabajan en el número de atención telefónica 11811.

Los beneficios del libro van destinados al proyecto de la Fundación Gomaespuma en Matagalpa (Nicaragua) centrado en proteger los derechos de la mujeres y de la niñez a través de un programa de radio.

La idea del libro surgió como colofón a los tablones de anécdotas que desde 2003 se colgaban en el «call center», en los que los empleados pinchaban, escritas a mano, las llamadas más curiosas que habían recibido en el día, explica la directora de Recursos Humanos del 11811, María Tejeiro.

Es la cara simpática de un trabajo «duro», afirma, en el que también se cuelan a través de las líneas voces que hablan de malos tratos o de suicidios que se han evitado gracias a la habilidad del operador que consigue que el que llama desista de sus intenciones.

Sin embargo, el cometido del libro es arrancar la sonrisa al lector con situaciones como la del señor que pregunta: «¿Por favor, me puede decir el número de emergencias 112?». «Tome nota, caballero -contesta el operador-: 112».

Como las 40.000 llamadas diarias que recibe el 11811 dan para mucho, las anécdotas están clasificadas por temática, según estén relacionadas con el mundo de la empresa, el sexo, la administración o la salud, entre otros asuntos.

No faltan llamadas prudentes, como la de la dueña de un local de alterne que quiere localizar a un cliente que el día anterior se dejó la cartera, pero advierte a la telefonista de que no le dé el número de su casa, «no vaya a cogerlo su mujer».

Otros, algo más desesperados, piden que les lleven «una puta a casa», mientras algunos quieren, sencillamente, el teléfono de una empresa de gigolós en Barcelona.

El 11811 también ha salvado a personas de situaciones apuradas.

Es el caso del que solicitaba el teléfono de un restaurante de Guadalajara porque se había quedado encerrado en el baño de ese establecimiento y no le oía nadie, o el del que pedía la contestación a una pregunta de Trivial, escondido en el baño de la casa donde disputaba con sus amigos una partida de este juego.

También recurren al teléfono quienes simplemente quieren saber qué hora es, mientras otras llamadas «son pura humanidad» y llegan al alma, señalan los autores del libro, como el caballero que, tras preguntar qué día era, contestó jubiloso a la operadora que sólo faltaban cinco días para que llegara su hijo.

La ristra de situaciones que recoge el libro demuestra, según afirman en el prólogo Luis Cano y Guillermo Fesser (componentes de Gomaespuma), que desde su aparición el teléfono no ha dejado de copar espacio en la vida diaria.

Por ello vaticinan que la evolución natural hará que el ser humano «lleve teclas en la palma de la mano para poder marcar sin necesidad de aparatos».

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