(PD).-Se cumplen casi dos años de una hazaña que demostró que la fuerza de voluntad no conoce fronteras. En noviembre de 2006, Leif Edgard Tofte llegaba en su pequeña piragua al puerto de Altea (Alicante). En los 113 días navegando había recorrido 3.800 kms. Tofte, de 64 años, decía a su llegada y en una entrevista telefónica con el diario Dagbladet, que durante los cuatro meses que duró la travesía por todo el Atlántico, cruzando por los canales franceses al Mediterráneo, había vivido situaciones de todo tipo.
Había zarpado en Drøbak (Noruega) con una amigo que le acompañó en otra piragua a lo largo de toda la costa europea hasta la entrada de los canales franceses. Cuenta Miguel Mielgo en JM Noticias que todo fue bien hasta llegar a Francia, donde su compañero no pudo resistir más el esfuerzo y optó por volverse a casa. Los últimos 900 kms., desde Camargue, donde el Ródano desemboca en el Mediterráneo, hasta Altea los tuvo que hacer en solitario.
Leif Edgard Tofte dice también que la costa mediterránea española es de las más bravas. «Tenía delante una olas muy grandes y casi 400 kms hasta tierra firme. Las rocas a lo largo de toda la costa amenazaban con hacer añicos la piragua y tuve suerte de poder llegar a puerto.»
Le querían arrojar al mar
Pero si los puertos acogen siempre bien a los navegantes, no parece que en uno español tuviera un buen recibimiento. «A veces perdía el control y tenía que buscar refugio en puerto. Lo peor fue que en uno, al norte de Valencia. Me arrestaron, me interrogaron y me amenazaron con tirarme al agua». Tofte no dice dónde ocurrió el incidente pero a juzgar por lo que cuenta, es posible que hubieran sido los agentes de la policía local los que pensaran que era un inmigrante ilegal. «Al final entendieron que no podía salir a navegar con el fuerte oleaje que había y por tanto, después de controlar mi pasaporte, se arregló todo» explicaba Leif Edgard Tofte al diario Dagbladet.
Vino a ver a su hermana
Este piragüista aficionado decidió venir desde Noruega a España en piragua para visitar a su hermana que vive en Altea. Pero en vez de subirse a un avión, se propuso hacer el viaje remando para demostrarse a sí mismo que, aunque ya tiene sus años, todavía es capaz de hacer cosas. «Pienso que soy un hombre viejo, pero estoy en buena forma física. Descubrí que es bueno hacer cosas a pesar que ya paso de los sesenta. No gano nada con ponerme un sombrero, coger un bastón y sentarme en una silla sin hacer nada», dice el navegante que, haciendo honor a sus ancestros vikingos, relata los detalles de su periplo a sus familiares y amigos en Altea, según JM Noticias.
Un viaje a la aventura
Cada tarde durante la travesía se acercaba a la costa en busca de un lugar donde recalar y pasar la noche. De esta manera se evitaba tener que dormir en la piragua, que en realidad es un «kayak», del mismo tipo que usan los esquimales en Groenlandia.
«No hice ningún plan ni con la distancia ni con los idiomas. Me puse en marcha y me encontré con gente muy amable. Lo único que tenía que preocuparme era de poder entrar en un puerto antes que se me acabaran las provisiones.» dijo Tofte y añadió que durante el viaje, «pensé en continuar hasta Marruecos, pero ahora que estoy aquí, se fue la motivación y no quiero dar mas paladas.»
No es la primera vez
Junto con tres de sus amigos ha estado navegado con su piragua por toda la costa noruega, desde la frontera rusa en el norte hasta la sueca en el sur. Lo hace por afición y no lleva equipos especiales ni tiene patrocinadores. «Me compro todo yo solo. No he apostado por hacer algo histórico, así que tampoco tengo patrocinadores. Lo hago de forma particular. Uno se propone llegar a una meta y si luego te arrepientes, mejor es arrepentirse de algo que has hecho y no de lo que has dejado por hacer.»
PERSONAJES AQUARIUS
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