Tony Gilroy: «Cuando diriges, si quieres un vaso de agua te traen siete»

Tony Gilroy: "Cuando diriges, si quieres un vaso de agua te traen siete"

(PD/Gloria Scola).- El glamour y los planos encerrados en rectángulos de El caso de Thomas Crown- aquella versión de Norman Jewison (1968) con Steve McQueen y Faye Dunaway-, un toquecito a lo Guy Ritchie (RockNRolla, sobre todo por el acento británico de Owen y Wilkinson) y el montaje desordenado de Pulp- Tarantino- Fiction. Eso es a grandes rasgos Duplicity, la segunda incursión en la dirección del aclamado guionista Tony Gilroy (Manhattan, Nueva York, 11 de septiembre de 1956).

En la película, comedia romántica de espías corporativos protagonizada por Clive Owen y Julia Roberts, dos ex agentes del gobierno- él, inglés, del M16, y ella, americana, de la CIA- se pasan al espionaje industrial inmiscuyéndose en una red de mentiras en la que el amor y el juego sucio se entremezclan de forma peligrosa.

Además, Paul Giamatti (Entre copas) y Tom Wilkinson (Valkyria, RockNRolla, Michael Clayton), demuestran una vez más su calidad actoral convertidos en titánicos empresarios sin escrúpulos.

En el hotel Santo Mauro de Madrid, recién llegado de Londres en un avión con retraso, Tony Gilroy habla amigablemente sobre su trayectoria y su película.

Usted es uno de los más destacados guionistas de Hollywood: Eclipse Total, El abogado del diablo, las tres entregas de Bourne… Con Michael Clayton (2007)- que le valió el Oscar a George Clooney, además de otras 6 nominaciones para la película- debutó en la dirección. Ahora vuelve a ponerse detrás de la cámara. Viniendo de ese mundo de la escritura, ¿le resultó duro dirigir? ¿Cómo aprendió la técnica?

La verdad es que desde niño tuve el privilegio de estar en muchos rodajes. Mi padre hacía películas, así que conocía ese mundo. Luego hice tres películas con Taylor Hackford (el director de Oficial y Caballero): Eclipse Total, El abogado del diablo y Prueba de vida, y las hicimos de principio a fin, fueron grandes experiencias, y me encuentro muy cómodo en los rodajes. Cuando dirigí mi primera película, Michael Clyton, ya había cumplido los 50, y eso tiene sus desventajas, sí, pero también sus ventajas. Por ejemplo, sabía exactamente lo que no quería hacer, así que estaba bien preparado.

Según Guillermo Arriaga, guionista de Amores Perros, 21 gramos, Babel…, que acaba de debutar como director con Lejos de la tierra Quemada, el autor de una película debería ser el escritor, no el director. ¿Cree que los guionistas están poco reconocidos en Hollywood?

Creo que en lo que Arriaga y yo estamos de acuerdo es que como guionista a veces es muy frustrante ver cómo tu trabajo no es exactamente lo que habías imaginado, y también ver que alguien se lleva el mérito por ello, pero no estoy de acuerdo en que el autor de la película es el escritor. Alguien tiene que estar al mando, y al final, ese es el director. El cine es el medio del director, y por supuesto que el director que ignora al guionista es tonto, pero es así. Creo que ahora yo sería mejor director. Desde que lo soy, también he escrito para otros directores y creo que soy mejor guionista porque me solidarizo más con ellos y conspiro menos. Quizá ahora también soy más duro, pero entiendo los problemas.

¿Y qué es lo mejor de dirigir? ¿Por qué la gente dice que engancha tanto?

Porque lo controlas todo; estás al mando. Con Michael Clayton descubrí lo relajante que es tener el control, y me sorprendió muchísimo. Yo he pasado mucho tiempo en los rodajes como guionista, pero incluso cuando todo iba bien, siempre quedaba una frustración subliminal, y eso ha desaparecido. Lo mejor de todo es que la gente te ayuda. Cuando escribes, nadie te ayuda. Eso lo sabes tú muy bien, que escribes a solas. A nadie le importa. A nadie le importas nada, ni siquiera a tu mujer (sonríe). En un rodaje, cuando eres el director, le importas a todo el mundo. Si quieres un vaso de agua, de repente te traen siete, así que hay que tener mucho cuidado con lo que pides. Es muy fácil. Te acostumbras enseguida a que te ayuden.

Y las estrellas, ¿se dejan controlar? Clooney en Michael Clayton, Julia Roberts y Clive Owen en Duplicity…

No, no les controlas (sonríes). No es que seas un marionetista. Mi forma de dirigir, lo que a mí me va bien, es tener un guión que funcione bien y hacer un buen casting. Si eliges actores buenos y tienes un guión sólido, tienes el 95% de la película, y el resto es una cuestión de gusto y de dinero. Me he rodeado de gente buenísima, creativa, el director de fotografía, mi hermano John, que es el montador… Cuando hablo de control me refiero a que soy el responsable último. Pero no creo en la fórmula del director autoritario. Y todos, George (Clooney, en Michael Clayton), Julia (Roberts, en Duplicity) lo que hacen es trabajar para obtener un buen resultado final. Dirigir es conseguir que los demás conspiren contigo.

Duplicity, a diferencia de Michael Clayton, está hecha en clave de comedia. Revive los clásicos de espías a través de las empresas modernas, pero aquí no se ven pistolas.

Sí, y realmente es una película de la guerra fría de espías, pero en vez de entre dos estados, entre dos empresas. Podría haberla hecho de una forma más política, pero había escrito el guión para Steven Soderbergh hace al menos seis años. El proyecto no salió; luego iba a ser para David Fincher con Brad Pitt, luego para Spielberg con Tom Cruise… En fin, el guión estuvo ahí parado, en un cajón, y en un momento determinado, mientras estaba rodando Michael Clayton, pensé: “Oh, me gusta este nuevo trabajo. Quizá me dejen repetir. ¿Qué debería dirigir? Estaría muy bien que fuera algo lo más distinto posible y algo que me de miedo”. En mi vida creativa he descubierto que lo mejor es hacer cada vez algo que te imponga. Además, quería hacer algo lo más confuso posible.

A pesar de ser una comedia, imagino que se documentó sobre el espionaje corporativo.

Sí, claro. Hace seis o siete años me di cuenta de que los que investigaban para mí sobre otras películas de espías, habían dejado el gobierno o lo que fuera para irse al espionaje industrial. Esto ocurre constantemente. Es un negocio muy real, y enorme. Y si te soy sincero, me daba miedo abrir el Variety-la principal revista de la industria del cine- y ver que otro estuviera haciendo otra película sobre espionaje empresarial, porque es un tema muy jugoso. Lo alucinante es que no fuera así, que nadie estuviera haciendo una película sobre esto- y eso que el guión llevaba parado años-. En fin, si pones en Google espionaje industrial, alucinas. Todo lo que se ve en la película ha ocurrido en la vida real.

Por último, ¿por qué escogió a Clive Owen? ¿Qué tal le fue con él?

Con Michael Clayton tuvimos una fiesta de fin de rodaje en un club, y por casualidad, Clive Owen apareció por allí. George Clooney me dijo: “Clive Owen está aquí. Deberías tomarte una copa con él y ofrecerle Duplicity”. Y dije: “vale”. Pero esa noche no hablamos de Duplicity, sino que nos tomamos un par de copas y me quedé asombrado de lo simpático, natural, encantador, bromista y fácil que era. Y pensé: “Nadie ha puesto eso en la pantalla”. Así que no escribí el papel para él, pero creo que estaba destinado a hacerlo.

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