«El Cordobés» afirma «no te preparas para el triunfo, te preparas para no sufrir»

"El Cordobés" afirma "no te preparas para el triunfo, te preparas para no sufrir"
. Agencia EFE

Manuel Díaz «el Cordobés», que reaparece el domingo en Jerez tras el percance sufrido justo dos semanas antes en Barcelona, que se saldó con el pronóstico de «menos grave», ha dicho a Efe: «No te preparas para el triunfo, te preparas para no sufrir, y si el triunfo llega es consecuencia de esa preparación».

«He triunfado con la familia que tengo y con las metas que me he propuesto, pero triunfar en el mundo del toro es muy difícil, nadie tiene un baremo para considerarte un triunfador, la constante búsqueda de ese triunfo es lo que te hace cada día estar ahí y que no te importen los porrazos ni las cornadas», explicó el diestro.

«Nunca llega la faena perfecta, siempre puedes mejorar, y ese afán de superación te mantiene con ilusión», añadió «el Cordobés», para el que «hay otra cosa que engancha mucho, que es el esfuerzo psicológico que supone sobreponerte; esa lucha es muy bonita».

El matador, que ha perdido dos corridas por el percance de Barcelona, recibió a Efe en su finca de Cerro Negro, 150 hectáreas de dehesa y encinares en la sevillana sierra de Guillena, donde ha pasado los últimos días entrenando y preparándose para las corridas que le aguardan en Jerez, Córdoba, Granada…

Se mata «más con la izquierda que con la derecha», contó el torero mientras se entrenaba con el estoque, un movimiento que ejercita hasta 150 veces cada día, mientras que sobre las cogidas explicó que «para ser torero hay que ser bastante psicólogo; hay que entender al toro, que siempre te dice por dónde va a ir».

«Se me puede juzgar la forma, pero no la entrega; me entrego en cuerpo y alma en lo que hago; y el público me ha identificado con esa forma de ser; me considero muy dichoso de que la gente me quiera tanto, y esa es mi mayor fortuna», afirmó «el Cordobés».

Las más de sesenta corridas que torea al año las justificó diciendo que el toreo para él es «una forma de vida», «y en casa -prosiguió- participamos todos, mi familia y mujer, todos vivimos en este mundo».

«Ahora me encuentro bien, muy fuerte y muy ilusionado, y a eso me ayuda mi profesión; la retirada espero que me llegue lo más tarde posible; detesto la palabra ‘retirada'», confesó.

En casa, dijo, «sufren más que yo, porque yo hago lo que me gusta y cuando estoy delante del toro no pienso en ello; pero en casa sí están pensando en mí; esas dos horas que estoy delante del toro son muy duras para mi mujer, mi madre y mi gente», aseguró, en presencia de su esposa.

De la aceptación popular de su estilo explicó que «en el toreo no se finge, uno exterioriza el sentimiento, la forma de ser, cada uno tiene un estilo, unos más artistas otros menos, pero se torea desde el corazón y a veces haces cosas -puso por ejemplo- que ni tú mismo sabes cómo has hecho, y sorprendes hasta a los tuyos, que son los que más te conocen; eso te hace avanzar y seguir».

«El valor te lo da la confianza; lo más importante es confiar en ti mismo; es un proceso de mucha psicología, el torero se va acostumbrando a lo que hace desde pequeño; va aprendiendo las reacciones de un animal que a veces es imprevisible; me considero un hombre muy poco valiente, pero un hombre que confía mucho en él; pero valor valor, valor inconsciente nunca he tenido», señaló.

Acerca de las exigencias de su vida dijo: «Renuncio cada día a muchas cosas que me ofrece la vida, como a una vida tranquila, que la mía no lo es, porque la tensión se masca en el ambiente de casa y cuando hago la maleta mi familia sabe a dónde voy; no tenemos feria ni la vida social que tiene otra gente de nuestra edad».

Su única ambición, confesó, es mantener su forma de vida: «Para mí torear es tan importante como respirar; no concibo mi vida sin torear; cuando termino una corrida de toros ya echo de menos ese momento; lo primero que pregunté cuando me cogió el toro en Barcelona fue si podría torear en Jerez.»

Manuel Díaz, a sus 42 años y con sus tres hijos, se considera un hombre feliz, pero con matices: «Buscar la felicidad es más importante que conseguirla; la felicidad perfecta es torear, torear y torear…».

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