Fallece a los 85 años el matemático Benoit Mandelbrot

El matemático franco-estadounidense Benoit Mandelbrot ha fallecido a los 85 años de edad en Cambridge, Estados Unidos, debido a un cáncer de páncreas, según ha confirmado su esposa, Aliette, y recoge el diario ‘The New York Times’. Mandelbrot está considerado el principal responsable del auge de la teoría de los fractales durante la década de 1970, conceptos matemáticos con aplicaciones en física, biología o economía.

Mandelbrot acuñó el término fractal para definir un nuevo tipo de forma matemática que serviría para explicar, por ejemplo, las coincidencias de modelo geométrico y las irregularidades hallados en la naturaleza.

«Las matemáticas aplicadas han estado centradas durante un siglo en los fenómenos simplificados, pero muchas cosas no son así, cuanto más las analizas con un microscopio, más complejidades descubres», relató el profesor de Matemáticas en la Universidad Brown David Mumford. «El fue uno de los primeros que se percató de que estos eran objetos legítimos de estudio», explicó en referencia a Mandelbrot.

En su libro más conocido, ‘La geometría fractal de la naturaleza’, publicado en 1982, Mandelbrot defendía objetos matemáticos definidos por otros como «monstruosos» o «patológicos» para explicar la complejidad de las costas o las nubes mediante una herramienta «cuantitativa rigurosa y potente».

A pesar del éxito de sus estudios Mandelbrot nunca encajó bien entre los matemáticos más reputados y trabajó gran parte de su vida en Nueva York como investigador de la empresa IBM, hasta que aceptó un puesto en la Universidad de Yale.

Sus estudios sobre fractales parten de una pregunta que se hizo cuando comenzaba su vida como investigador: ¿Cuánto mide la costa de Gran Bretaña? La respuesta, según pudo comprobar con sorpresa, dependía de lo cerca que observes la línea de la costa. En un mapa la isla parece mucho más perfilada, pero si aproximas el punto de vista descubres nuevas irregularidades que hacen aumentar su longitud.

«Esa es la cuestión, un problema de geometría básica que, bien pensado, es imposible», explicó Mandelbrot en una entrevista concedida al ‘NYT’ este mismo año. «La longitud de la costa es, en cierto sentido, infinita», apostilló.

En la década de 1950 Mandelbrot propuso una fórmula simple pero radical para cuantificar un objeto así teniendo en cuenta su «dimensión fractal», un punto de vista que ha demostrado su utilidad más allá del ámbito de la cartografía.

Durante casi siete décadas Mandelbrot trabajó con decenas de científicos y realizó aportaciones en campos como los de la Geología, la Medicina, la Cosmología o la Ingeniería. Utilizó la geometría de fractales para explicar cómo se agrupan las galaxias, cómo varía el precio de los cereales o cómo el cerebro de los mamíferos se multiplica a medida que crece.

Su influencia también es fundamental en geometría, ya que fue uno de los primeros que empleó los gráficos generados por ordenador para estudiar objetos matemáticos como el conjunto de Mandelbrot, nombrado así en su honor, más conocido y estudiado de los conjuntos fractales.

DE VARSOVIA A NUEVA YORK

Benoit B. Mandelbrot –la B no es la inicial de su segundo nombre, sino que se la puso él mismo y carece de significado– nació el 20 de noviembre de 1924 en Varsovia en el seno de una familia judía de origen lituano. En 1936 su familia huyó del país ante la amenaza nazi, primero a París y luego al sur de Francia, donde crió caballos y trabajó reparando herramientas.

Tras la guerra ingresó en la Escuela Politécnica de París, donde compensó la falta de una educación formal con su agudo intelecto. Su carrera pronto le llevó a cruzar el Atlántico, ya que se interesó por un curso de aeronáutica del Instituto Tecnológico de California, pero regresó a París para doctorarse en Matemáticas en 1952. Después se trasladó al Instituto de Estudios Avanzados de Princeton para realizar estudios postdoctorales con el matemático John von Neumann.

Tras siete años más en el Centro Nacional de Investigaciones Científicas de París fue contratado por IBM en 1958 para trabajar en el Centro de Investigación Thomas J. Watson de Nueva York. Aunque nunca abandonó su trabajo académico y dio clases en Harvard y el Instituto Tecnológico de Massachusetts, no fue hasta 1987 cuando aceptó un cargo estable de profesor en Yale, donde obtuvo plaza fija en 1999.

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