Publicista, productor de televisión, juez implacable -próximamente estrenará la nueva temporada de Tú sí que vales en Telecinco- y también escritor. Risto Mejide publica su cuarto libro, #Annoyomics (Planeta), un ensayo mediante el que pretende enseñar a ganar dinero con el «arte de la molestia».
Estos son algunos fragmentos de la entrevista que le ha hecho ‘El Economista’:
¿Quién no molesta no gana?
También puede ganar pero cuesta más dinero y más tiempo. Hay muchos caminos para ganar dinero, pero este es un camino más eficaz y más corto.
¿Cómo se molesta sin hacer daño?
La molestia es como el colesterol: hay colesterol bueno y colesterol malo. Pues también hay molestia mala, aquella que insulta. Yo creo en la molestia buena, perpetrada con dosis de ingenio y con una estrategia.
¿Dónde se molesta peor, en la política o en la televisión?
La molestia es el principal programa electoral de los políticos. Hace unos días vi el debate de los candidatos a las elecciones de Cataluña y todo era reproches, no escuchabas propuestas. Es un ejemplo de molestia mala. Si tu identidad depende de lo que reprochas al otro, no tienes nada que hacer (…) La política ha hecho del arte de la molestia su único mensaje y eso es pernicioso.
Dice que lo primero que hay que hacer es localizar la rareza de cada uno ¿Cuál es la suya y cuándo la localizó?
Me di cuenta el primer día que me miré en el espejo, física y psicológicamente. Todos tenemos aristas y cosas que hay que ir limando, pero el día que te das cuenta que lo que más molesta a los demás puede ser un arma para molestar, no a los queridos, sino a los no queridos, te cambia la vida. Hay una frase que resume muy bien la tesis del libro: «Cuando hablas y nadie se molesta es que no has dicho nada».
¿A quién decidió molestar usted?
A mucha gente, tanto en mi vida personal como en la profesional. Frank Sinatra decía que «Para triunfar hay que tener amigos», pero yo creo que para triunfar mucho hay que tener enemigos. Los enemigos son una medida del éxito que uno tiene. En televisión mi objetivo era molestar a los fans de Operación triunfo, y yo creo que lo conseguí.