La grotesca salida de la tonadillera, con ropa interior y tranquilizantes incluidos, tras conocer su condena no fue más que la punta del iceberg de la que se montó en Internet
Un día después de conocer la polémica condena a Isabel Pantoja por blanqueo de capitales, siguen trascendiendo detalles sobre la que se montó en torno a la tonadillera a la salida de la Ciudad de la Justicia de Málaga.
Los abogados de Pantoja, Graciela Otondo y José Ángel Galán, han roto su silencio y consideran que la condena a 24 meses de prisión con multa de 1.147.000 euros, es una sentencia «muy dura».
Galán afirma:
«A pesar de que ha sido una sentencia durísima para otros y con todo el respeto para la sala, no estamos de acuerdo en la condena».
En cuanto al estado de Isabel, señala:
«Está masticando el asunto, ya mucho mejor. Ha entendido la cuestión y sabe que vamos a recurrir».
Aunque ambos coinciden en que lo más duro para Isabel Pantoja fue la salida de los juzgados, como subraya ‘ESD‘.
Galán relata las causas del desvanecimiento que la cantante sufrió cuando estaba dispuesta a montarse en su vehículo y que tanto ha dado que hablar. El abogado comentó que:
«La policía se vio desbordada en el cordón, los medios de prensa apretaron demasiado».
Parece que la gran masa de policías y de prensa que aguardaban para saber la opinión de Isabel, hizo que la cantante no aguantase más y sufriera un desmayo.
Sin embargo Otondo fue más rotunda en su testimonio:
«Casi nos matan, por decirlo de alguna manera, casi nos matan», resumió como vivió esta experiencia tan desagradable. Recordemos que la abogada fue una de las personas que sufrió en primera persona la angustiosa situación cuando la tonadillera subió a su propio vehículo.
Lo que parecía inevitable después de que todo el mundo viera a través de su televisión las imágenes del desmayo de Pantoja es que salieran a la luz las odiosas comparaciones.
La hemeroteca siempre es traicionera y poco tiempo tardaron en surgir las similitudes entre este desfallecimiento y el que la tonadillera sufrió durante el entierro de su marido, Paquirri.
Entre este día y este otro, han pasado ni más ni menos, que casi 20 años. Las similitudes de la situación vivida a la salida de los juzgados tras conocer su sentencia y el día del entierro de Paquirri, son evidentes.
Si bien es cierto que por distinto motivo y, que la Pantoja estaba rota de dolor por la muerte de su marido y que con diferencias obvias ya que el día del entierro del torero había centenares de personas, las caras de Isabel Pantoja son casi las mismas.
Raya en medio, coleta y gafas de sol parece que no ha pasado tanto tiempo. Momentos de angustia y tensión que difícilmente podrá olvidar Isabel Pantoja.
La cara de dolor de la tonadillera de este martes oculta entre sus características gafas de sol cuando algo o alguien la tiraba hacia atrás, es similar al desgarro que sentía la Pantoja por perder a su querido Francisco.
En las redes sociales ya han proliferado las vídeos y las fotos del entonces y del ahora. Entonces, la cantante también llegaba hasta el coche escoltada como podía por las fuerzas de seguridad (en ese caso la Guardia Civil).
Zarandeada por la multitud tuvo, en ambas ocasiones, muchas dificultades para llegar a su coche. Casualidad, coincidencia… el tema este miércoles era la comidilla en todas las tertulias.
TWITTER A LA CARGA Y CON SAÑA
Que Twiy¡tter está repleto de tarados, como sentencia Salvador Sostres, es evidente. También, que la red es una vía ideal para canalizar frustraciones y enfados. Basta ver lo que han escrito algunos respecto a la Pantoja:
- «¿Cómo tenéis la poca vergüenza de pedir prisión para La Pantoja? Ni que hubiera robado 200 € para pañales para su hijo»
- «Es indecente que a Emilia por utilizar unas tarjetas le caigan 2 años y medio y a Pantoja dos años»
- «Que a una madre por robar comida para sus hijos le caigan 2 años y medio de cárcel y que a Isabel Pantoja solo le caigan 2 años»
- «Comprar pañales y comida a tus hijos con una cartera encontrada: 30 meses y a la carcel. Blanquear millones y ser Pantoja: 24 meses sin carcel».
Y así, mil y un mensajes.