Será trasladado en breve previsiblemente a la Unidad de Preventivos de la cárcel de Soto de Real, donde se encuentra el extesorero del Partido Popular
Enrique Olivares García, el perturbado que el miércoles por la tarde asaltó a punta de revólver la vivienda familiar del extesorero del PP Luis Bárcenas, se negó a declarar ante la Policía tras ser detenido.
Eso no impidió que hablara por los codos durante las horas que permaneció en el complejo policial del madrileño barrio de Moratalaz, donde se encuentra la Brigada Provincial de Información. Y dio bastantes muestras de que su estado mental (él mismo afirma que sufre una incapacidad del 66%) está más que dañado.
El juzgado de Instrucción número 48 de Madrid ha dictado este viernes 25 de octubre de 2013 prisión provisional y sin fianza para Enrique Olivares, el hombre que asaltó anteayer con una pistola la casa de la familia del extesorero del PP Luis Bárcenas y maniató a sus ocupantes.
Así lo ha manifestado esta tarde a la salida de los juzgados el abogado del detenido, Félix Bernal, que ha señalado que será trasladado en breve previsiblemente a la Unidad de Preventivos de la cárcel de Soto de Real, la misma en la que se encuentra Luis Bárcenas.
Bernal ha indicado a los medios que su defendido «no tenía intención de hacer daño» a nadie y que sólo pretendía conseguir la supuesta contabilidad B del PP para chantajear con ella Gobierno y que éste resolviera los problemas del país.
«Me ha dicho que si Bárcenas está echando un pulso al Gobierno y si él pudiera conseguir esa información podría presionar al Gobierno para que mejoraran las cosas y resolviera todos esos problemas. Piensa que Bárcenas está robando al PP y que todos los políticos son unos ladrones».
ANTECENTES RAROS
Por un lado, están sus antecedentes policiales. Olivares García nació en 1949 pero ya con 18 años, en 1967, fue detenido por primera vez, acusado de un robo con fuerza. En aquella época del franquismo se le llegó a aplicar la conocida como Ley de Vagos y Maleantes.
También ha sido arrestado por tráfico de drogas, estafa e incluso por un delito de estragos, el último que se le conocía: en 1999 intentó quemar una gasolinera de Cuenca.
Olivares vivió durante veinte años en Latinoamérica. Ha estado en prisiones de México y Argentina, y también manifestó que perteneció al Ejército Sandinista de Nicaragua, extremo este último que los investigadores han descartado. Se trata de uno de sus delirios.
El miércoles por la tarde, día del asalto al piso de Bárcenas en el barrio de Salamanca, iba vestido de negro riguroso y portaba una suerte de alzacuellos. Olía a alcohol y estaba bastante sucio.
Llamó al timbre de la familia del extesorero y se identificó como funcionario de prisiones: «Vengo a hablarles de don Luis». Los moradores de la vivienda pensaron que era sacerdote de Soto del Real y le introdujeron hasta la cocina. Tomó asiento y comenzó a relatarles su preocupación por el estado de salud del reo.
En los bolsillos portaba un revólver bastante antiguo. Se trata de una réplica de un «bulldog inglés» del calibre 44, pero modificado para alojar munición del 8 milímetros. Iba completamente cargado, pero con balas de postas. Si hubiera hecho uso de él podría haber malherido o matado a sus víctimas.
«¡Os voy a matar!»
Ató a la mujer de Bárcenas, Rosalía Iglesias; su hijo Guillermo y una empleada del hogar a varias sillas y mesas. Utilizó para ello bridas y cinta adhesiva que llevaba en los bolsillos, precisaron fuentes policiales. Y les amenazó muy claramente: «¡Os voy a matar!».
La pericia de Guillermo Bárcenas, tras casi una hora de cautiverio (en la que les exigió los pendrives y discos duros con la supuesta contabilidad B del PP), fue el principio del fin del rocambolesco suceso. Logró romper las bridas y, con la ayuda de un vigilante del edificio, se tiró sobre el asaltante, hasta reducirlo.
La asistenta tomó el revólver y salió a la calle, para llamar a la Policía desde una cafetería cercana. Pero tuvo la suerte de toparse con una patrulla de la Policía Municipal, que circulaba por la calle del Príncipe de Vergara y que detuvo al delincuente.
Ya en sede policial, Enrique Olivares manifestó de manera espontánea a los agentes:
«Los policías españoles sois encantadores. Aquí se respetan los derechos humanos, no como en Suramérica, donde te tratan como a un perro. Estoy encantado de ir a una cárcel española, porque se vive estupendamente, no como en las americanas. Aquí se come caliente, te dan buena comida».