El personal del departamento de prensa de 'Science' se hizo pasar por estudiantes de posgrado y científicos para descubrir el pastel
Mara Hvistendahl, editora colaboradora de ‘Science‘, publica un artículo en la última edición de la revista sobre la investigación a 27 empresas chinas para comprobar si venden la autoría de los artículos científicos al mejor postor. Según la autora del texto, esta práctica «sin escrúpulos» ha ido en aumento.
«Muchos artículos de revistas científicas chinas los venden las empresas, de acuerdo con los editores. Así que los investigadores que ponen sus nombres a los documentos no son necesariamente las personas que lo escribieron».
INVESTIGACIÓN ENCUBIERTA
Para llevar a cabo esta investigación encubierta que duró cinco meses, el personal del departamento de prensa de Science se hizo pasar por estudiantes de posgrado y científicos que querían comprar la autoría de un artículo o pagar a la empresa por escribir un estudio para ellos.
«El científico encubierto accedía a los teléfonos que aparecen en sus webs y a las ventanas de chats que se abren en sus páginas para contactar. Este es uno de los muchos ejemplos».
La investigación recalca que no hay víctimas obvias de esta práctica ilegítima ya que tanto los científicos como las empresas y las editoras se benefician de ella. «Les preguntábamos los precios y las condiciones de compra de documentos completos, ordenando estudios con nuestras especificaciones, o para conseguir que nuestros nombres se añadieran a artículos escritos por otros científicos», explica la autora.
La gran mayoría de las empresas les ofrecieron al menos uno de estos dos servicios y, a menudo, más de uno. «No hemos hecho la misma operación en otros países, pero me informaron durante este proceso de que un editor en la India hacía lo mismo, aunque no podría confirmarlo», apunta la experta.
Estudios en revistas de impacto
UN EJEMPLO CLARO
Un ejemplo claro de este mercadeo de la autoría científica fue un artículo publicado por el International Journal of Biochemistry & Cell en el que un total de cuatro autores fueron añadidos y dos eliminados. «Supimos de este estudio porque nuestro reportero nos envió un resumen mientras trabajaba como científico encubierto», señala Hvistendahl.
El mensaje que recibió dicho periodista era sobre una investigación que trataba de una estrategia potencial para frenar la resistencia a fármacos en células cancerígenas, que había sido aceptada por la revista y cuya autoría estaba en venta por una empresa denominada Wanfang Huizhi.
Añadir dos nombres -como primer autor y autor de contacto- costaría unos 26.300 dólares, con un depósito por anticipado y el resto en el momento de la publicación. Unas semanas más tarde de la conversación del reportero de Science con la empresa, el artículo apareció online y la lista de autores se había transformado. «Nuestro periodista no pagó por la autoría pero confirmó que el primer autor había cambiado en el texto que recibió, y se había añadido una semana después», subrayan.
La investigación de Science se centró en las revistas que aparecen en Thomson Reuters SCI -índice de citas científico-, pero las compañías también venden artículos de otros índices como el Índice de Ingeniería (EI) o el Índice de Citas en Ciencias Sociales (SSCI).