Se dieron el batacazo padre, pero para su suerte llevaban paracaídas y, amén del susto, no pasó nada.
Los valientes de turno, entre los que se encontraban unos payasos profesionales a quienes se les ‘cortó’ la sonrisa, se subieron a dos globos aerostáticos y subieron como si tal cosa a más de miles de metros de altura, para cruzar así una «cuerda floja» desde el cielo.
Los chicos intentaron establecer su marca de paseo en el aire, ninguno lo logró, pero disfrutaron mucho la genial experiencia.
Sébastien Montaz-Rosset, uno de los acróbatas, advirtió que no se rendirán y en pocos días volverán a las alturas para completar su caminata en la «cuerda floja».