Las comisarías, calabozos e incluso los escenarios de algunos hechos delictivos son en España, a menudo, lugares con sabrosas anécdotas

El disparate que no cesa: desde denuncias por tener mocos en el pelo hasta detenidos que piden el ‘corpus christi’

Un ciudadano se quejó porque se le había pinchado una muñeca hinchable, "con sólo dos meses de uso"

El disparate que no cesa: desde denuncias por tener mocos en el pelo hasta detenidos que piden el 'corpus christi'
Una muñeca hinchable pinchada Captura

Un joven se hizo reportaje fotográfico de su miembro viril en un fotomatón: era para depositarlo en el buzón de una chica con la que pretendía salir

Las comisarías y sedes policiales, calabozos e incluso los escenarios de algunos hechos delictivos son, a menudo, lugares en los que suceden numerosas anécdotas que, en la mayoría de los casos, tienen que ver con denuncias inverosímiles, con delincuentes que intentan librarse alegando variadas excusas, o con presuntas víctimas de delitos con una imaginación desbordada.

En la Comisaría de Vigo, un ciudadano se presentó una noche de verano para formular una denuncia contra sus vecinos.

Al relatar los hechos, el denunciante especificó que, en realidad lo que quería denunciar eran unas voces «que entraban por la ventana» y le «obligaban a cambiar de canal el televisor», mientras lo amenazaban con que lo iban a asesinar.

MOCOS

Mucho más inquietante fue la denuncia de una mujer, quien aseguraba que, cada vez que se levantaba por las mañanas, tenía todos los muebles y enseres de su casa movidos de sitio, y que «alguien» se comía los alimentos que guardaba en la nevera. Por si esto fuera poco, la señora denunciaba también que amanecía con el pelo lleno de pegotes de «moco y chicles», lo que le obligaba a cortarse el cabello a diario.

Ante este relato, los funcionarios policiales preguntaron a la mujer cómo es que ocurría todo eso en su domicilio por las noches sin que ella se diera cuenta. La explicación aportada por la denunciante: rociaban su vivienda con un producto que le provocaba «un sueño profundo».

Malentendidos

Una de las anécdotas más sonadas en la Comisaría de Vigo fue el caso de dos personas que se presentaron casi simultáneamente para denunciar que habían sido víctimas de un robo, cuando ambos denunciantes se encontraron en las dependencias policiales, se reconocieron mutuamente como autores de los supuestos asaltos.

Minutos después se aclaró todo: lo que ocurrió esa mañana fue que esas dos personas se cruzaron por la calle cuando ambos caminaban en direcciones opuestas para dirigirse a sus puestos de trabajo. Uno de ellos paró al otro para pedirle fuego, y luego siguieron su camino, pero el hombre que había prestado el mechero al otro, se percató de que le faltaba la cartera.

Indignado al creerse víctima de un robo, dio la vuelta y salió en busca del presunto ladrón, al que abordó por detrás para pedirle la cartera. Tras conseguir que éste se la devolviera, se fue del lugar convencido de su heroísmo por haber recuperado lo que acababan de robarle.

No fue hasta más tarde, cuando se dio cuenta de que, en realidad, se había dejado la cartera en casa y que la billetera que llevaba no era la suya, sino la del pobre viandante al que, involuntariamente, acababa de atracar.

Las pruebas de alcoholemia suelen ser también fuente de malentendidos o, más concretamente, de diferencias en la apreciación de los test. Fue el caso de un detenido que había dado un resultado de 1,4 mg/l en una de las pruebas y que fue trasladado a Comisaría casi en coma etílico.

Pese a su embriaguez, el hombre no dejaba de insistir en que «sólo» se había tomado un cubata y que el aparato de medición de la Policía Local estaba estropeado. Ante la evidencia de su estado, un agente le pregunta cómo ha dado ese resultado si únicamente había bebido una copa, y es que, según reconoció el detenido, el cubata «era de litro, jefe, de litro».

‘Corpus Christi’

No faltan entre los detenidos y entre los denunciantes aquellos que tienen problemas para acatar la autoridad de los agentes. Fue lo que le ocurrió a un detenido que, una vez en los calabozos, solicita hablar con el responsable policial, al que reclama que quiere «el corpus christi».

Perplejo, el agente le pregunta si, en realidad, quiere acogerse al ‘habeas corpus’ (una fórmula jurídica a la que pueden recurrir los detenidos si consideran que su arresto ha sido irregular). «Que no, gilipollas, lo que quiero es el corpus christi», aseguraba el hombre.

Los policías le facilitaron el documento para que hiciese su solicitud y ésta fuese trasladada al juzgado, y así resumía el detenido los motivos por los que solicitaba el «corpus christi»:

«Señoría, estoy aquí detenido por la puta cara, y necesito irme de aquí, ya que tengo que ir al médico mañana».

Consumidores insatisfechos

La Comisaría de Vigo y la Jefatura de la Policía Local de la ciudad han sido también escenario de presentación de denuncias y quejas por parte de consumidores insatisfechos.

Desde una mujer que reclamaba la devolución del dinero por que le habían vendido ‘chocolate’ en mal estado (y no era del se hace con cacao y azúcar), hasta el ciudadano que acudió al 092 para mostrar su desacuerdo con la garantía de una muñeca hinchable que, al parecer, se le había pinchado «con sólo dos meses de uso».

Otra consumidora, ésta con menos razón y más ‘caradura’ que los anteriores, se presentó en una zapatería del centro de la ciudad olívica para presentar una reclamación porque su madre le había regalado unas botas adquiridas en ese establecimiento y, por alguna equivocación, se las vendieron del mismo pie (el derecho) y de números diferentes.

Los empleados de la tienda se dieron cuenta de que las botas eran las mismas que alguien (esa misma señora) había robado dos días antes de un escaparate. Obviamente, la mujer no pudo aportar ningún tique ni justificante de la compra.

Insólito, pero cierto

El 092 ha sido requerido para intervenir en más de una ocasión con motivo de la presencia de animales en lugares insospechados, como ocurrió cuando una patrulla motorizada tuvo que desplegarse para dar caza a tres avestruces, huidas de una granja en la zona de Lavadores, o cuando fueron comisionados para acudir a la Avenida de Samil, ante las numerosas llamadas de testigos que, boquiabiertos, estaban presenciando el paso de una caravana de elefantes por dicha calle.

Igual de asombrados se quedaron los funcionarios que acudieron a un domicilio de la ciudad, alertados por los ruidos. El vecino denunciado explicó a los agentes que dormía con altavoces a los lados de la cama, en los que se reproducían ruidos de motores.

Según explicó, había sido mecánico naval durante toda su vida y necesitaba ese ruido para poder conciliar el sueño.

Otras hazañas

Las intervenciones policiales motivadas por ‘hazañas sexuales’ se repiten con cierta frecuencia y, la mayor parte de las veces se quedan en simples avisos a los amantes para que dejen de hacer ruido, o para que elijan otro lugar en el que dar rienda suelta a sus pasiones.

Eso fue lo que ocurrió en un domicilio de la ciudad, cuando una patrulla policial acudió alertada por los vecinos, que escucharon gritos en uno de los pisos. Cuando llegaron los agentes, les abrió la puerta un joven con el torso desnudo, que confirmó que los ruídos se debían a que estaba manteniendo relaciones íntimas con su novia y, cuando los policías le advirtieron de que sus vecinos se habían alarmado, el chico se limitó a proclamar: «¡Qué máquina soy!», dándose por finalizada la intervención del 092.

También debió creerse una «máquina» el joven que fue sorprendido por una patrulla en plena noche haciéndose retratos en un fotomatón, concretamente, fotografiándose cierta parte de su anatomía.

Según justificó a los agentes, el reportaje fotográfico de su miembro viril era para depositar en el buzón de una chica, con la que pretendía salir. No consta si la muchacha se rindió a sus ‘encantos’.

 

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído