El mexicano Hugo Hernández quería parecerse a Michael Jackson, y se ha quedado hecho un desastre

[Vídeo] Un transexual se convierte en un monstruo tras inyectarse aceite de bebé en plena cara

"No me importa que me vea la gente, pero cada año me vienen depresiones"

"Todo esto es parte de una mala decisión y ahora toca pagar las consecuencias"

La factura por ser tan impulsivo e inconsciente le ha salido cara. Hugo Hernández García, un mexicano de Nuevo Laredo, se inyectó hace 17 años aceite de bebé en la cara para estar más guapo y parecerse a Michael Jakson, según confiesa, y se le ha quedado deforme y sin remedio.

Hugo comenta que «la enfermedad de la colágena», la empezó a desarrollar en 1997, esto como consecuencia de la adicción a la belleza y practicarse cirugía tras cirugía.

Aunque no es doloroso este padecimiento, lo ha llevado a depender de casi 15 medicamentos, dieta y cuidados rigurosos, además de perder su vida social y pocos clientes para su oficio.

«Lo que traigo yo en el rostro es aceite de bebé; que se ha convertido en plastilina. Decidí inyectarme aceite, porque deseaba ser como un artista, pero tú sabes que teniendo belleza, se convierte en una adicción. Esto fue cirugía, tras cirugía, hasta quedar como una caricatura de una mujer».

NO LE DA PENA

Hernández García mencionó que anteriormente mucha gente lo conocía, pero ahora no sale a restaurantes, ni cines; aunque considera que no le da pena que la gente lo vea, aseguró que debido al patrón de belleza, que hay en la sociedad, las personas lo ven extraño.

«Yo digo, que no me importa que me vea la gente, pero cada año me vienen depresiones. En mi cabeza trato de decirme que no tengo por qué esconderme, pero en el fondo es algo traumático, por lo que tengo que usar el tratamiento, porque me vienen pensamientos de que estoy horrible, que parezco un monstro».

Consciente de su error, por obsesionarse por la perfección estética, Hugo señalo que todo esto es parte de una mala decisión y ahora le toca pagar las consecuencias, pero que deseaba que las personas vieran su ejemplo, y no cometieran el mismo error.

«Yo ya no me pongo a pensar, si hice bien o mal, el inyectarme aceite en el rostro, es un error que estoy pagando, tal vez era necesario que yo quedara de muestra para que la gente no lo haga».

 

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