Poco le va a durar la alegría de la proclamación a Felipe VI

La Infanta Cristina amarga a su real hermano las dulces mieles de la coronación

La "bomba" de la Infanta amenaza con explotarle al nuevo Monarca entre las manos escasos días después de la celebración

La España que conocimos al inicio de esta legislatura tendrá poco que ver con la que conoceremos cuando acaben estos cuatro años

Estos días no se habla de otra cosa que de Felipe VI.Pero no todo son flores y loas para el nuevo Rey de España.

De hecho, parece que la tregua le va a durar bien poco, y es que según publica Javier Ruiz enVozPópuliDon Felipe se enfrentará a su primera crisis escasos días después de su coronación:

«La tregua judicial a la Corona durará hasta que tenga nuevo dueño. El juez de instrucción de Palma, José Castro,prevé imputar a la Infanta Cristina la semana que viene, según fuentes de la causa. El auto podrá ser recurrido ante la Audiencia Provincial. La hija de Don Juan Carlos y Doña Sofía podría enfrentarse a penas de entre 8 y 10 años de cárcel, si el magistrado mantiene su acusación por delito fiscal y blanqueo de capitales y considera cooperadora necesaria a la infanta en los delitos de fraude de Urdangarin«.

Vamos, que si se buscaba una ocasión para que Felipe VI demuestre que es algo más que «el preparado», ahí la tiene. De hecho, ya lo dice Ely del Valle en El Semanal Digital:

«Al inminente Felipe VI le conocemos de toda la vida. Hemos crecido con él; hemos participado de su álbum familiar desde su infancia de querubín en coche a pedales hasta esa foto magnífica que adorna sus últimas portadas como Príncipe de Asturias, escoltado por sus dos hijas y en las que algún mal intencionado ha echado en falta a la madre de las criaturas. Si lo pensamos bien, de don Felipe, sólo sabemos que ha sido un becario impecable en el ademán, que nunca ha protagonizado, como su padre, anécdotas y chascarrillosores. Quizás no podía decir otra cosa pero, en mi opinión, debería abstenerse y pasar, al menos durante algún tiempo a un segundo plano, dejando el máximo espacio a Felipe VI. Hasta ahora, Felipe de Borbón, ha sido fundamentalmente una fotografía de estudio inmaculada». Pues el primer reto ya lo tiene en mente… superar la imputación de su hermana, que ya no contará con la todopoderosa ayuda de su padre.

De hecho, José García Abad defiende en El Plural que el rey jubilado se retire lo más posible:

«Poco después de que Don Juan Carlos anunciara su abdicación de la Corona se reunía con un grupo de importantes empresarios, manteniendo una cita programada de antemano. El Rey, visiblemente emocionado, prometió seguir ayudando a nuestros exportadores. Quizás no podía decir otra cosa pero, en mi opinión, debería abstenerse y pasar, al menos durante algún tiempo a un segundo plano, dejando el máximo espacio a Felipe VI. Por supuesto no hay que expulsar a Don Juan Carlos I pero quizás fuera conveniente que éste aprovechara su jubilación para darse un largo viaje por el extranjero, donde tantos amigos ha cosechado».

Parece que lo de olvidarse un poco de Juan Carlos I algunos se lo están tomando muy en serio y José Alejandro Vara habla en VozPópuli del «Soberano plantón deRubalcaba a don Juan Carlos en la última cena de gala de su reinado»:

«La última cena de gala del rey don Juan Carlos en el Palacio Real contó con una ausencia notable. Ningún representante del grupo parlamentario del PSOE acudió a la cita con motivo de la visita oficial del presidente de México, Enrique Peña Nieto«.

En cualquier caso, hay quién sigue defendiendo a Juan Carlos a capa y espada. José Apezarena señala en El Confidencial Digital:

«Son muchos los que han ponderado lo que llaman ´olfato político´ de don Juan Carlos. Una cualidad singular que le ha permitido intuir por dónde iban las cosas y adelantarse, tomando decisiones aparentemente inviables y que sin embargo resultaron ser la solución o la salida a un atolladero o ante un grave problema. La decisión de abdicar, anunciada de improviso y por sorpresa el 2 de junio, hay que situarla, con toda probabilidad, en ese ámbito de las intuiciones políticas y el oler los vientos propio del monarca. Don Juan Carlos se había esforzado, los meses anteriores, en retomar con cierta normalidad su agenda, en viajar, en presidir, intentando canalizar un trabajo cuyo objetivo de fondo era la recuperación de imagen, suya, pero sobre todo de la propia monarquía. Y de pronto lo vio. Entendió que esa recuperación no se estaba produciendo. Y que, además el país necesita un empujón especial para empezar a salir delante de sus problemas, y que esa desencadenante podía ser y sería la presencia de su hijo Felipe en la jefatura del estado».

Mientras tanto el aforamiento del antiguo Rey sigue dando que hablar. Según El Confidencial Digital:

 «Presidencia ya tiene la solución para agilizar un aforamiento inmediato de Juan Carlos I: un decreto ley La aprobación de la nueva ley del Poder Judicial no se producirá hasta dentro de un año Juan Carlos I perderá su aforamiento a las 12 de la noche, cuando entre en vigor la ley de abdicación que convierte en rey aFelipe VI. Para blindar legalmente al monarca saliente, el Gobierno tiene el informe favorable del Consejo del Poder Judicial, pero la tramitación de la reforma legislativa no concluiría hasta julio. Por eso, desde el Ejecutivo se trabaja ya en un real decreto».

Aforamiento que no le hace ni pizca de gracia a Xavier Horcajo en La Gaceta:

«Aun cuando diga la Constitución que los españoles somos iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por cualquier circunstancia personal o social (artículo 14). Esta figura, de origen medieval, es proteger a personas que por su dignidad, por su rango, entre en un limbo de privilegios en materia de jurisdicción. Luego está la trola del ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, para quien el aforamiento es una especie de sacrificio generoso de los beneficiados que renuncian a la primera instancia judicial. Es un escándalo democrático es que en España tengan derecho a aforamiento más de 10.000 cargos».

Pase lo que pase, Javier Orrico está convencido de las virtudes de la Monarquía frente a la fiebre republicana de los últimos días, tal como se puede ver en su artículo dePeriodista Digital:

«Los republicanos de hoy, tan falsos, defienden, como remate, que los nacionalistas puedan votar si se separan del resto, pero el resto no pueda decir ni pío. El referéndum catalán, que se hará, porque la falta de coraje y convicciones de nuestra clase dirigente es secular, significará por sí mismo el fin de la nación. Y la República siempre fue patriótica, española por encima de todo. Hasta hay un candidatodel PSOE, Pérez Tapias, formado en el agua bendita, que pide federalismo plurinacional. Un oxímoron, la cosa y su contraria. Y da clases en la universidad. En nuestra miserable universidad, primera institución corrupta de España, «Escuela de Mandarines» tan podrida de endogamia y cooptación como los propios partidos que critican los Monederos y los Iglesias que viven de ella. Son geniales. Y se dicen republicanos. ¿República? Sí, pero para todos. Y para todo».

Luego los hay que cambian de opinión según les convenga, caso de Artur Mas, como señala P. Planas en Libertad Digital:

«Buscar el contacto directo con el nuevo Rey es el objetivo que se ha marcado Mas para la fase final del proceso, giro que se produce una semana después de que su fiel consejero Francesc Homs declarara que la abdicación obedecía a un intento por salvar el «negocio familiar».

En la misma línea se manifiesta Antonio Casado en El Confidencial:

«Después de confirmar que va a solicitar un encuentro con el nuevo Rey, Artur Mas ha dicho: ´Un nuevo jefe de Estado siempre da lugar a un nuevo escenario´. Curioso. Del pasotismo inicial a mirar a Felipe VI como un posible aliado».

Claro que según Federico Quevedo en El Confidencial el gran beneficiado seráMariano Rajoy:

«La España que conocimos al inicio de esta legislatura tendrá poco que ver con la que conoceremos cuando acaben estos cuatro años. Para lo bueno y para lo malo. Será una España más pobre, sin duda, con una importante merma en los servicios sociales. Pero será una España en proceso de recuperación y de regeneración, en la que ya no serán posibles muchas de las cosas que fueron posibles en el pasado porque se han empezado a poner los medios para evitarlas. Será una España más transparente, más justa en el sentido de igualdad ante la ley, más dura con los delitos de corrupción, más exigente hacia su clase dirigente… A Felipe VI le va a tocar reinar en un país diferente, a mayor gloria de un Mariano Rajoy que empieza a poner los peldaños de una nueva mayoría absoluta en 2015″. 

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