La actriz ha creado su propia ONG "Idea Libre"

Sandra Blázquez y su lado más solidario en Marruecos: «Lo más gratificante es ver la sonrisa de los niños»

Sandra Blázquez y su lado más solidario en Marruecos: "Lo más gratificante es ver la sonrisa de los niños"
Sandra Blazquez y su lado más solidario en Marruecos EUROPA PRESS

No ha pasado ni un año desde que la actriz Sandra Blázquez decidió irse de voluntaria a Marruecos, concretamente a Rachidia, una experiencia que le cambió la vida. Tras estar quince días rodeada de niños que trabajan desde bien pequeños y faltos de una educación, la actriz decidió montar junto a una amiga su propia asociación, «Idea Libre», con la que acaban de volver al poblado en el que todo empezó y han creado la primera escuela. Gracias a estos primeros pasos ya hay setenta y dos niños escolarizados, una cifra que esperan ir superando para seguir repartiendo sonrisas haya dónde vayan.

– ¿Cómo surge Idea Libre?

– Tenía muchísimas ganas de hacer un voluntariado, llevo toda mi vida queriendo hacer algo. Me fui de viaje en enero con mi socia María a Marruecos, buscamos por internet y vimos que había un voluntariado allí. Ponía Rachidia, no sabíamos ni dónde estaba pero como ponía que era con niños pues allí nos fuimos. Cogimos un vuelo hasta Marraketch y allí nos espera un chico, Abdu, no lo conocíamos de nada pero nos fiamos. Estuvimos doce horas de autobús con él, llegamos de noche y paramos en mitad de la nada. Estuvimos quince días viviendo allí, yendo por la mañana a la escuela del poblado y por las tardes a un orfanato. Al volver a España vimos que habíamos dejado allí muchos niños y que teníamos que mejorar su calidad de vida.

– ¿Eráis las únicas voluntarias?

– Sí, pensábamos que esta asociación sería más grande, que tendría un sitio donde alojar a los voluntarios. Fuimos a su casa, que vivían once personas. No entendíamos el idioma, ni las costumbres, tuvimos que ir aprendiéndolo sobre la marcha.

– ¿Por qué el nombre de Idea Libre?

– Refleja que cada uno tiene que tener la libertad de poder elegir lo que quiere, que queda uno podamos tener nuestras ideas, de tener la educación para poder hacerlo, la seguridad en nosotros mismos y el amor propio para poder decidir. Creo que falta mucho de eso en el mundo.

– Tu socia, María, ¿La conocías de antes?

– Sí, a ella la conozco del colegio, es una amiga de toda la vida.

– ¿Qué fue lo que más os impacto que os hizo tomar esta decisión?

– Lo que más me impactó fue que los niños con siete y ocho años se pongan a trabajar, le destrozas la vida a una persona. En el orfanato vimos unas condiciones pésima al alimentar a los niños, cosas que no nos gustaron nada. Partimos de la base de respetar sus costumbres, pero hay unas necesidades que se pueden mejorar.

– ¿Cuál es el objetivo de la ONG?

– Queremos ayudar a todos los niños para que tengan un derecho a la educación como hemos tenido nosotros, que cuando sean adultos tengan la oportunidad de decidir lo que ellos quieran.

– Acabáis de hacer el primer viaje, ¿En qué ha consistido?

– Hemos ido a la misma zona, estamos actuando allí. El padre de una de las socias trabaja en Ford, nos ha financiado el viaje y nos ha dejado una furgoneta, BBVA también nos ha dado mesas y sillas. Ya tenemos socios y con ese dinero hemos podido pagar algunas que otras cosas que hemos llevado. Juguetes didácticos, libros y mesas. El proyecto lo hemos llamado 1.400km porque es la distancia que separa mi casa del colegio. En total hemos ido cinco, contando a un fotógrafo. Abdu nos ayuda, nos ha abierto las puertas del poblado y está en nuestra asociación como colaborador.

– ¿Él participa activamente?

– Él trabaja desde allí, hemos alquilado una casa con tres habitaciones y en ella hemos abierto un colegio con tres aulas. En una clase hay niños de 1 a 3 años, en otra de 3 a 6 y en otra de 6 a 12, que son de otro colegio pero que solo estudian hasta las 12, el resto del tiempo no hacen nada.

– ¿Cómo habéis organizado a los profesores?

– Cuando fuimos había una profesora sin estudios que simplemente pasaba el tiempo con los niños. Hemos buscado en el poblado a una profesora que tuviese estudios, esta imparte clase a otras dos y las tres son las que dan clase a los niños. Buscamos voluntarios que sean maestros y que puedan ayudarlas, que sepan francés.

– Muchos de los niños estarían sin escolarizar…

– Muchísimos, el primer día que abrimos la escuela y nos reunimos con los niños para darles unas mochilas vinieron todas las madres. Se nos acercaban madres de otros poblados, llorando, pidiéndonos que escolarizáramos a su hijo. Ahora mismo no tenemos espacio, hemos metido a 72 niños pero están apretados.

– ¿En qué os habéis basado para elegir a unos niños u otros?

– Por las necesidades, hemos tenido en cuenta la historia de cada uno.

– ¿Cómo os reciben cuando vais?

– Es una pasada, no puedo describir eso. La reacción de los niños cuando me ven es el motor que me mueve a seguir haciendo cosas. Ver a un niño de siete años, darle un juguete de meter piezas que usan los niños de un año y que se sorprenda porque nunca ha tenido un juguete, son cosas que te hacen seguir adelante.

– ¿Qué ha sido lo más gratificante de este viaje?

– Para mí lo más gratificante es ver la sonrisa de los niños. Es la verdad, mi amiga Susana ha venido ahora a este viaje y lo decía, que lo que le dan esos niños no se lo da nada. Te sientes humano.

– ¿Habéis cumplido con las expectativas que teníais?

– Sí, por supuesto. Incluso creo que las hemos superado, empezamos con la idea de marzo y en septiembre ya hemos creado la escuela. No nos conformamos y queremos más, estamos todo el tiempo inquietas buscando la manera de conseguir más.

– ¿Cuál es el siguiente paso?

– Vamos a empezar a estudiar la manera de que los niños mayores de siete años puedan ir a la escuela, porque hay muchos que no van. Sobre todo los que están ahora en nuestra escuela con cuatro y cinco años, irán creciendo y después no podrán seguir ahí, queremos buscar la manera de que puedan seguir estudiando porque con los mayores solo damos clases extraescolares. Nos gustaría poder contratar un autobús que recoja a los niños del poblado y los lleve al colegio, para que a los seis años no pierdan la educación. Al final lo que tienes allí son muchas vidas, no son un juguete, estás jugando con muchas ilusiones y por eso tengo claro que me dejaré la piel con esto, no pienso abandonarles.

– ¿Tenéis pensando ir más allá de Marruecos?

– Sí, a mí no me importaría crecer, no me pongo fronteras, ni razas, ni color, me da igual, son personas. Si podemos ir creciendo iremos donde más nos necesiten.

– ¿Recibís alguna ayuda o subvención?

– Ahora mismo no, las asociaciones hasta que no llevan dos años no tienen derecho a conseguir subvenciones. Ahora tenemos que ganarnos la confianza de la gente y trabajar mucho nosotras desde dentro cada día.

– ¿De qué manera se puede ayudar?

– Se pueden hacer socios desde la página web, rellenando un formulario que me llega a mí personalmente. Soy yo la que me encargo del 1 al 5 de cada mes de pasarlo al banco, son 9

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