Todo lo que se pone la duquesa de Cambridge se vende al instante. Las webs cuelgan el cartel de sold out minutos después de que ella aparezca con un vestido, jersey o botas de la marca. Pero no a todas las firmas les viene bien esta exposición a nivel mundial y no todas soportan el nivel de ‘deseo’ de sus diseños de los clientes.
Así ha sucedido con la marca británica Issa. Todo comenzó en el año 2010 cuando Kate Middleton lució uno de sus vestidos en la ocasión más esperada por los ingleses: el día de la pedida de mano. Kate llevó un maravilloso wrap dress en tono azul pavo brillante con un delicado escote en V, fruncido a la cintura y manga larga de esta marca. A los pocos minutos, los teléfonos del estudio de la diseñadora Daniella Halayer ardieron en llamadas.
Miles de personas querían ese vestido (exactamente 1.100 lo encargaron uno exactamente igual) y hasta decenas de celebrities, entre ellas Jennifer López, Keira Knightley y Scarlett Johansson, llamaron a las puertas de Issa para poder llevar algo de la marca. El ‘efecto Kate’ había comenzado ese día.
«Cuando esto pasó aún no estábamos en la era de Instagram y nosotros no sabíamos que la duquesa iba a llevar un diseño de nuestra firma, pero a las cuatro de la tarde comenzaron a sonar los teléfonos y nos dimos cuenta de que algo gordo estaba sucediendo», ha contado la diseñadora a The Daily Mail. «En aquel momento contábamos con 25 personas en nuestra empresa y sólo tres costureras. Además estábamos metidos de lleno en la crisis financiera», explica.
El vestido se vendió en sólo cinco minutos y con los pedidos comenzaron los problemas para Issa. «Desde ese día doblamos nuestras ventas. No tenía dinero para financiar la producción a esa escala. El banco no quiso darnos crédito y la fábrica me exigía pagar las facturas. Necesité un inversor», relata Halayel. Consiguieron un inversor externo, pero la presión era excesiva.
«Mi pelo se volvió blanco y comencé a tener ataques de ansiedad. Todo comenzó a ir mal porque me superó la situación. Llevaba décadas con mi empresa y ahora veía cómo se venía abajo», explica. Poco después, la firma decidió cerrar sus puertas y tomarse un respiro. Ahora, dos años más tarde, la diseñadora regresa con una nueva marca, Dhela, de la que presentará una colección en apenas unos meses.