Tras su muerte, mucho se está diciendo sobre la vida del cantante, algunas cosas con más y otras con menos fundamento (El pastizal que debía Chiquetete, al descubierto).
Antonio Cortés Pantoja no tuvo en el amor el éxito de Chiquetete con la música (Los planes secretos de Inma Cuevas, la amante de Chiquetete).
El cantante fallecido esta semana alos 70 años supo convertir como nadie el flamenco en inigualables baladas románticas, pero vivió romances apasionados que nunca tuvieron final feliz (‘Sálvame’ explota contra María Eugenia Yagüe por decir que a Raquel Bollo «le tocó la lotería con las palizas» de Chiquetete).
Tampoco supo Chiquetete conservar la fortuna que ganó, y dicen que la deuda que deja es grande (Bronca de escándalo en el tanatorio de Chiquetete: Carmen Gahona expulsa a la amante del cantaor).
A los 25 años se casó con Amparo Cazalla, una bailaora guapa y discreta que comprendía muy bien, como artista que era, que se casaba con un hombre diferente y poco convencional.
Sin embargo su boda fue cristiana, gitana y tradicional. Y sus tres hijos, Francisco, Antonio y Rocío nacieron del amor de un matrimonio que iba para toda la vida.
Hasta que otra gitana guapa y de carácter explosivo se cruzó en la vida de un artista que empezaba a ser figura de los escenarios, recibía discos de oro y vendía millones de copias de su flamenco personal y único.
Raquel Bollo, 27 años más joven que Antonio, se interpuso en los 20 años de matrimonio de Chiquetete y Amparo, y enamoró locamente al artista, que pidió el divorcio y se casó con ella en 1994, en una ceremonia civil que ya presagiaba tormenta, según recoge Martín Alegre en informalia.
Eran dos caracteres demasiado fuertes. El resumen de su historia podría ser éste: celos y recelos, peleas, adicciones que hacían peligrar la carrera de Chiquetete, una fortuna tirada en noches de fiestas oscuras sin sentido y dos hijos, Manuel y Alma, que se quedaban en medio del abismo surgido entre sus padres.
En 2003 llegó lo inevitable: un divorcio bronco y una Raquel Bollo que ni era artista, ni nada destacable, pero una mujer con una hermosura de locura, convertida en figura mediática a base de explicar con todo detalle en los platós los tormentos sufridos por culpa de su hombre.
Y así sigue desde hace 15 años, hablando de impagos a sus hijos, bofetadas, ojos morados y crueldad mental.
Los celos y las supuestas infidelidades tampoco fueron buenos compañeros de viaje en la controvertida historia de amor y odio entre Chiquetete y Raquel Bollo. En 2006, Telecinco tuvo que indemnizar a Eugenia Marínez de Irujo con 90.151 euros por unos comentarios de Raquel Bollo contra la aristócrata, «por informaciones falsas sobre su vida privada», rezaba la sentencia.
La cadena de Paolo Vasile y la propia Raquel Bollo, ya por entonces ex mujer de Chiquetete, fueron demandados por la hija de la duquesa de Alba en base a los comentarios de Bollo en programas de cotilleo, en los que señalaba a Martínez de Irujo como partícipe de una presunta relación adúltera con su ex marido.
La Audiencia de Sevilla condenó a Telecinco a indemnizar con 90.151 euros a Eugenia Martínez de Irujo después de sentenciar que el hecho de que la demandante tuviera una proyección pública «en ningún caso autoriza a nadie para hablar de su vida privada, ni menos aún para imputarle relaciones íntimas inveraces».
En concreto, Telecinco y Raquel fueron demandados por los comentarios de Bollo en tres programas de cotilleo de la cadena televisiva, en los que imputó a Martínez de Irujo una presunta relación adúltera con su ex marido. La sentencia de la Audiencia confirmaba en todos sus términos la emitida por el Juzgado de Primera Instancia número 20 de Sevilla. Consideraba que los 90.151 euros era «una cantidad sumamente moderada y benévola», puesto que los jueces tienen «serias dudas de que sea efectivamente disuasoria para evitar en el futuro conductas similares».
Telecinco había recurrido a la Audiencia por considerar excesiva la cuantía de la indemnización, según constaba en sus escritos, pero el fallo destacó que «el honor y la intimidad no tienen un valor económico».
Raquel Bollo recurrió porque afirmó que ella nunca pronunció el nombre de Martínez de Irujo, pero la sentencia dice que «dio datos suficientes para que pudiese ser identificada, iniciando con ello un reguero de comentarios en distintos programas». «Atenta contra el honor y la intimidad quien difunde noticias sin que haya un interés general o repercusión pública, ya lo haga por primera vez o amplifique lo que han dicho otros», según los jueces.
En otra gitana de raza, Carmen Gahona, Antonio Cortés encontró refugio, apoyo y la tranquilidad necesaria para afrontar sus dolencias del corazón, el declive artístico y la profunda depresión que le produjo verse cada día y cada noche destruido por Raquel Bollo en los platós, separado a su pesar de sus dos hijos menores y sin fuerzas ni ocasión para volver a cantar. Su orgullo de gran artista no le permitía exponerse al público sin dar la talla que le hizo grande.
Antonio y Carmen tuvieron sus más y sus menos, pero siguieron juntos hasta el final. Carmen fue quien estaba a su lado la pasada semana en Sevilla cuando la muerte se presentó inevitable. «Antonio tenía el corazón de cristal», nos contaba desolada. «Le hicieron mucho, mucho daño, y no lo pudo soportar», repetía con su hombre de cuerpo presente.
Una mujer joven aseguró en el velatorio de Chiquetete que era su novia secreta desde hacía meses, pero pocos se lo han creído. Ya había andado por alguna televisión buscando protagonismo con este idilio que nadie pudo comprobar.
En la imagen, del año 1956, vemos a Antonio Cortés, padre de Chiquetete, con su hijo en brazos. Al lado, la jovencísima madre del niño, Manuela Pantoja Cortés, conocida como «La Chumina». Al otro lado, de negro, Ana Martín con su hija Isabel Pantoja, recién nacida.
Pero dicen que el gran amor de Chiquete fue su madre. La madre del artista falleció en febrero de este año a los 93 años y él nunca lo superó. Manuela Pantoja Cortés, La Chumina, como la llamaban en su familia, fue el principal apoyo del cantante. Siempre fiel a su hijo, Manuela llegó a convertirse en la principal enemiga de Raquel Bollo tras separarse del artista llegando incluso a sentarse en un plató de televisión para defender a su hijo con uñas y dientes.