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Así son los delicados problemas que atraviesa Assumpta Serna

Sin coche y con un piso sin ascensor, porque aquí nadie la contrata

Así son los delicados problemas que atraviesa Assumpta Serna
Assumpta Serna RS

Tenemos la mala costumbre en España de tratar muy mal a nuestros artistas. Los actores suelen tener malas rachas, como todo quisque.

Pero es que su profesión es habitualmente inestable (En casa de… la actriz Assumpta Serna).

Los éxitos del pasado no cuentan. Le sucede ahora mismo a Assumpta Serna, brillante actriz catalana que consiguió éxitos notorios en películas que ya son historia: «Dulces horas», de Carlos Saura; «Matador», de Pedro Almodóvar; «El crimen de Cuenca», de Pilar Miró; «El maestro de esgrima», de Pedro Olea; «Lola», de Bigas Luna…

Ademas, rodó en Los Ángeles ocho episodios de la popular serie televisiva «Falcon Crest», junto a «la malvada» Ángela Channing de la historia, interpretada por la primera mujer de Ronald Reagan.

Pese a ese brillante historial, Assumpta Serna vive horas inciertas, cuando hace veintitantos años que ninguna productora española cuenta con ella: ha tenido que vender su coche, cambiar de piso e irse a una vivienda más incómoda, a la que accede sin ascensor, según recoge Manuel Román en libertaddigital.

No encuentra Assumpa Serna respuesta a su inactividad en España, cuando en los Estados Unidos ha tenido mejores oportunidades. Con Mickey Rourke rodó en Brasil «Orquídea salvaje», donde mostraba generosamente su anatomía.

No era una novedad: ya en su entrada en el cine intervino en Barcelona con un grupo de jóvenes actores, que se despelotaban en «La orgía». Cuando su padre se enteró le afeó la conducta y dejó de hablarle.

En adelante, la muy inquieta y «progre» Assumpta hizo de su capa un sayo y mostró sus partes pudendas en la pantalla cuantas veces quiso. Eso sí: consultándolo con el director y exigiendo que el actor que se metiera en la cama con ella ante las cámaras la mirara a los ojos.

En asuntos de sexo Assumpa Serna lo ha tenido siempre claro. Y además forma parte en Hollywood de un comité en el que está integrado el muy eficiente Tom Hanks, que vela por la moral y la defensa de las mujeres. Por supuesto que ha seguido de cerca el movimiento Me Too.

Conoció al productor Harvey Weistein, causante de toda esa campaña. Un libertino que se aprovechaba de su cargo y sus millones para seducir a cuantas actrices aceptaban trabajar en sus películas a cambio de vivir a su lado una experiencia amorosa.

Organizaba fiestas, a alguna de las cuales acudió Assumpta Serna, puede que inocentemente, no sé…

Pero nuestra compatriota no se dejó llevar por las promesas del asqueroso personaje y lo dejó plantado en la discoteca «House of Blues», dentro de las operaciones de reclutamiento sexual del obseso Weinstein, que buscó a otra, inmediatamente.

La vida sentimental de Assumpta Serna tiene pasajes pródigos en relaciones apasionadas. Tras experiencias juveniles sin mayor importancia cayó en las redes del un embaucador Carlos Tristancho, actor extremeño con quien contrajo matrimonio en 1982.

Tres años duró aquella disparatada unión. La muy burguesa Assumpta Serna, por mucha progresía que evidenciara, no soportó las costumbres rurales del luego esposo de Lucía Bosé hija.

Harta de vivir en el campo, que es donde Tristancho era feliz con sus fantasías de crear un hotel que luego le causó la ruína a la que le acompañó ingenuamente su cuñado Miguel Bosé, Assumpta lo dejó.

Se habían conocido representando «Antaviana», siendo ella una prometedora actriz y Tristancho un simple técnico. Después de 1985 la catalana encontró en Patrick Buchau a una especie de Pygmalion: culto, políglota, la adiestró en muchas cuestiones, vitales y artísticas.

Era cuñado de Brigitte Bardot. Siete años duró su convivencia, pero no se casaron; él ya lo estaba con la hermana de BB. Y cuando Assumpta se cansó de aquella situación en el aire, Patrick la demandó. Estuvieron pleiteando unos años, cuando lógicamente el francés tenía la partida perdida.

Fue en adelante cuando la barcelonesa se curó de aquella pesadilla, a pesar de los buenos ratos que vivió junto al gabacho, encontró a un hombre más sereno y comprensivo, el actor y guionista escocés Scott Claverdon, veinte años más joven.

Eso ocurría en 1993 y desde entonces viven juntos. Assumpa no ha tenido descendencia, lo que lamenta mucho. Le llegó antes de lo que esperaba la menopausia. Y entró en un periodo depresivo.

Su experiencia americana le fue positiva, aunque tuvo decepciones. Como cuando su agente en Los Ángeles le sugirió que si quería darse a conocer lo útil sería fingir un romance con alguna celebridad, proponiéndole a Tom Cruise como novio de ocasión para algunos reportajes, a lo que ella se opuso.

Consiguió otros contratos luego en Argentina. En sus ratos libres hasta escribió algún libro, como «El tratado del actor de cine». Especializándose también para dar clases de oratoria a ejecutivos tímidos y torpes a la hora de dirigirse a una audiencia.

De eso viene viviendo últimamente. Se sigue preguntándose cómo Almodóvar nunca volvió a contar con ella después de su experiencia en «Matador».

E igualmente piensa que está desaprovechada en general por el cine español. Sin perder del todo la esperanza, concluye que «cuando no eres sexy tienes que reinventarte».

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