Es una prostituta sumisa y no le disgusta su trabajo. Se llama Katie, nació en Estados Unidos, vive en Londres y es una de las pocas profesionales del Reino Unido que se dedica a esta especialidad BDSM.
La ha entrevistado ‘VICE‘, y reproducimos el texto:
VICE: ¿Por qué decidiste ser sumisa profesional?
Katie: Me despidieron y el mercado laboral era muy cruel en ese entonces. No encontraba trabajo y estaba muy estresada. Un día salí a tomar con mi ex novia y como sabe que me gusta el BDSM, me recomendó trabajar en una mazmorra.
Al día siguiente me puse a investigar y a enviar solicitudes a unas cuantas mazmorras. Me aceptaron en una mazmorra muy bonita en el centro de la ciudad y me dieron capacitación. No se me da eso de dominar, lo sentía muy forzado. En esta profesión, si no amas lo que haces, se nota, es injusto para el cliente e incómodo para el trabajador. Por eso decidí utilizar todo lo que aprendí en la mazmorra y empecé a trabajar como sumisa freelance. Fue la mejor decisión que pude haber tomado y me encanta.
¿La sumisión profesional es tu único ingreso?
Sí, es mi única fuente de ingreso. A algunos les molesta que sea sexoservidora e insisten en que busque un trabajo respetable pero, la verdad, me da risa. Soy mi propio jefe, decido mi horario, escojo a mis clientes y gano más en una hora que lo que gana la mayoría de la gente en un mes. De hecho, hace poco, un conocido me preguntó si este trabajo era lo que soñaba cuando era niña. Mi mamá es una mujer muy fuerte y me educó para ser independiente, por lo tanto, la respuesta es «Sí».
¿Cuánto cobras por sesión?
Depende de lo que pida el cliente. En general cobro entre 300 y 600 libras esterlinas [más o menos entre 6,500 y 13,500 pesos] por hora.
¿Qué es lo más raro que te han pedido?
Como llevo muchos años en esto, ya nada se me hace raro. Una vez, un cliente pidió que me acostara en una tina llena de hielo por el mayor tiempo posible y después pidió que me acostara y me quedara callada. Otro estaba obsesionado con la simetría. Tenía que haber la misma cantidad de moretones y marcas. Entonces, después de que azotaba mi costado derecho, se aseguraba de dejar las mismas marcas en el lado izquierdo. También hubo un cliente que quería cubrir mi cuerpo con pinzas para colgar ropa. Se pasó toda la sesión contando las pinzas que logró sujetar a mi piel. En serio, ya nada me sorprende.
¿Te preocupa tu seguridad al darle todo el control a un desconocido?
Sí, claro. Por definición, los sumisos dejan que los dominen y eso implica muchos riesgos. El mercado de los sumisos profesionales es muy reducido, por eso sabemos que la mayoría de los clientes nos buscan porque podemos darles lo que quieren y no porque quieren hacernos daño. Además, nunca acepto a un cliente que se niegue a darme algunos datos. Por lo general, cuando voy a tener un cliente nuevo, antes de la sesión nos reunimos en un lugar publico para tomar un café o un poco de vino y si siento que algo no anda bien, pido disculpas y me voy.
¿Crees que ser sumisa es más peligroso que ser escort?
No sé. Puede ser. Aunque todos los servicios para adultos que consisten en estar a solas con un cliente implican riesgos. Dejamos que nos amarren y nos dominen pero ya tenemos un sistema para reducir los riesgos. Por ejemplo, tengo a una persona de confianza a la que le paso el nombre, teléfono y la dirección de mi cliente. También le aviso cuando llego y cuando me voy. El factor de riesgo es más evidente con las sumisas profesionales pero yo creo que todas las sexoservidoras corren peligro. Además, las leyes retrógradas y la discriminación hacen que nuestro trabajo sea aun más peligroso. Ningún trabajador de la industria sexual va a estar seguro hasta que nos dejen de ver como criminales y como un sector inferior de la sociedad.
¿Qué tipo de hombres solicitan tus servicios? ¿Hay un cliente promedio?
En realidad no. La mayoría tienen 40 y 60 años y pertenecen al sector financiero o son directores de alguna empresa. Aunque tengo una amplia gama de clientes. Hay unos que son más o menos de mi edad y usualmente lo que quieren es aprender sobre el BDSM en un entorno seguro y sin que los critiquen. También me han tocado clientes mucho mayores que buscan mujeres jóvenes. Uno de mis clientes preferidos tenía 89 años pero eso no afectaba la fuerza con la que daba nalgadas.
¿Qué es lo que más te motiva, el sexo o el dinero?
Primero que nada, es mi trabajo. Así me gano la vida y por eso me esfuerzo. Además, nadie podría estar en este trabajo si no lo disfrutara. El cliente se da cuenta cuando te gusta una sesión y cuando no.
¿Por qué crees que a las dominatrices les hacen más publicidad que a las sumisas?
En general, en nuestra cultura es más aceptable ser dominatrix porque se cree que las dominatrices son mujeres fuertes y la gente se siente cómoda con esa idea. Asumen que somos débiles porque rogamos y dejamos que nos amarren, que nos peguen, que nos azoten y que nos jalen el cabello. Creen que necesitamos que nos salven y que estamos a favor de la violencia contra las mujeres. Pero no es cierto. Las mujeres sumisas son muy fuertes y no son víctimas. Nos gusta lo que hacemos. Cualquiera que esté dentro de la comunidad BDSM sabe que las sumisas no tienen nada de débiles ni de indefensas. La sociedad debe entender nuestra profesión y darnos el respeto que merecemos.
¿Crees que en 50 Shades of Grey se hizo una buena representación de lo que es ser sumiso?
No terminé de leer el libro. El estilo era tan malo que tuve que dejarlo a la mitad, quería sacarme los ojos. Pero leí una parte y recuerdo que en algún punto, la chica decía la palabra de seguridad y el tipo la ignoraba. Eso quiere decir que el libro está a favor de la violencia doméstica. La comunidad fetichista sabe que la palabra o contraseña de seguridad es lo más importante y que si alguien la dice, se detiene todo el juego. Si la ignoras, como en el libro, no sólo eres un imbécil, eres un criminal.
Por último, ¿qué le recomiendas a las mujeres que quieren ser sumisas profesionales?
Lo más importante es que no se metan en esto si no están cómodas con la sumisión. He conocido a muchas chicas que eran escorts y se les hizo fácil pasarse al campo de las sumisas profesionales y les fue muy mal. Cualquiera puede actuar diferente en un juego de rol o soportar un poco de bondage pero cuando se trata de golpes o nalgadas fuertes entonces ya no es tan fácil porque el dolor es muy real. Otra cosa, háganle caso a sus instintos. Si sienten que algo anda mal, váyanse. Si ven a un cliente nuevo y les da mala espina, huyan.