La escena es harto lamentable, y da idea de qué tipo de gente se mueve por el mundo sin importarle un pimiento el sufrimiento ajeno, y menos los derechos de cada uno.
La escena se desarrolla en un bar cualquiera de EEUU, donde una stripper muy drogada trata de complacer al borracho de turno mientras se agarra titubeante a la barra de rigor.
La mujer cae al suelo, y opta por sentarse encima del airado ciente, que no ceja de increparla botella en mano.
Chilla que ha pagado para verla bailar, que se suba de nuevo al escenario, y no duda en gritarle «¡Despierta!» cuando la ve de bruces en el suelo.
Al final, es desalojado.