Algunos dirán que cualquier excusa es buena para dar de tortas al cuñado, pero lo cierto es que se quedaron a gusto… y encima como unos justicieros dignos de encomio y loa.
Son los hermanos de la ofendida, a quien el marido le está poniendo los cuernos con la amante en el mismísimo lecho conyugal, detalle que al parecer saca de quicio a los familiares.
El buen hombre, que trata de tapar las desnudeces de la querida con la colcha en un acto de pundonor y buen hacer, se queda literalmente con el pito al aire mientras recibe con resignación cristiana una tunda de cuidado.
La escena, cómo no, tiene lugar en algún rincón de China.