Algún miope quizas hubiera confundido a lo lejos el movimiento de su bikini con el ondear de alguna bandera amarilla. Pero erraría en tal apreciación. Era la braguita de una joven animosa agitándose sospechosamente bajo sus dedos, fémina que quiso aliviarse el calentón sin tener en cuenta el gentío.
Así, quizás al compás de una imaginada bulería, la chica se urga con frenesí mientras algún cotillla guardián de las buenas costumbres la graba, para recocijo de propios y extraños.
Sucedió este verano en una playa de la malagueña Nerja, y las imágenes ven ahora la luz aprovechando las recatadas sombras del otoño.