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Todas las mujeres tienen tórridas fantasías sexuales… otra cosa es que las confiesen

A follar a follar que el mundo se va a acabar

Todas las mujeres tienen tórridas fantasías sexuales... otra cosa es que las confiesen
Sexo, fantasía sexual, amor, sueño, deseo y erotismo. XY

Las fantasías sexuales son el gran tabú del siglo XXI porque nos han vendido que lo que somos capaces de imaginar es lo que deseamos de verdad. Una buena vida sexual se tiene que trabajar, nutrir, alimentar…, y la mejor herramienta reside en las fantasías sexuales.

«De la misma manera que trabajamos nuestro cuerpo, a través de ejercicios físicos, al aire libre o en el gimnasio, o nuestra memoria con crucigramas y sudokus, para tener una sexualidad en plena forma, tenemos que tener un imaginario erótico muy rico; pero, para ello, hay que trabajarlo de manera permanente. Si no, se queda en letargo. Y las fantasías sexuales son el «abono» necesario para una sexualidad placentera».

La sexóloga Valerie Tasso, de Dolce Love, añade:

«Todas las mujeres tienen fantasías sexuales. Otra cosa es que las confiesen. Porque lo que suele caracterizar una fantasía es justamente su lado transgresor, por lo tanto, su lado «amoral», con lo cual, «confesar» una fantasía no solamente pierde eficacia al hacerla «palabra» sino que también es como decir: «fíjate que mal estoy que soy capaz de pensar estas cosas.»

Por este motivo, en la gran mayoría de los casos, lo que suelen confesar las mujeres son deseos, aquellos estímulos que pueden llegar a convertirse en una conducta, ya que todavía creen que lo que son capaces de imaginarse es lo que realmente desean. Esto les lleva a vivir la fantasía como una depravación de su comportamiento.

«Es erróneo, evidentemente. Los sexólogos lo sabemos muy bien. Pero las mujeres, perseguidas desde siempre, todavía confunden ambos conceptos: deseo y fantasía».

FANTASÍAS RECURRENTES

Según datos de Dolce Love, cuanta más experiencia y edad tiene una mujer, más elaboradas y sofisticadas serán sus fantasías.

«Una mujer con experiencia tiene menos miedo a sí misma que una mujer más joven que todavía no ha acumulado el bagaje sexual suficiente o todavía está experimentando y no sabe muy bien lo que le gusta y lo que no le gusta».

Fantasías sexuales – Franjas de edad: 20-30 años versus 50-60 años

«Sin afán de generalizar demasiado, la franja de edad 20-30 años tiene fantasías muy «genitalizadas» y muy influenciadas por todo lo que ve, lee, mira (ej. del cine, las revistas, etc.), mientras que las fantasías de una mujer entre 50 y 60 años se pueden apoyar en sus experiencias anteriores «para montarse la película».

Hay que destacar que no es tanto en la temática de las fantasías sexuales que se notan las diferencias entre una mujer de 25 años y una de 55 años, sino en cómo una mujer desarrolla esta temática.

«También cabe recalcar una cosa fundamental: una chica de 25 años puede pensar en una fantasía y, en el fondo, en lo que está pensando es en un deseo. Una mujer de 55 años ya sabe hacer mejor la diferencia».

Y tu mamá también

El erotismo de una joven de 25 años suele venir de «modelos externos», de lo que se le transmite desde su entorno, desde el exterior, mientras que una mujer de 55 años no se dejará influir tanto por el «erotismo inculcado», sino que su erotismo partirá de dentro de ella misma, pasando de las modas (ejemplo: las revistas que enseñan un tipo de cuerpo y lo califican de «erótico».

Este erotismo «comercializado» influirá con más facilidad en una joven de 25 años. De hecho, el erotismo no se enseña. Es algo que tiene que partir de una misma. Lo que erotiza a unas no necesariamente erotiza a otras.

Siempre es complicado hablar con contundencia de este tema porque al ser tan tabú, nos movemos en un terreno muy resbaladizo y hay que conocer la biografía de cada mujer para saber si se atreve a «confesar» sus fantasías o si las «camufla» detrás de ciertos deseos.

El sexo no entiende de normas y eso es lo bueno, lo complicado pero también lo fascinante del ser humano. Establecer «categorías» es «crear normas», poner un corsé demasiado apretado a una sexualidad humana demasiada «ancha» que siempre, siempre va por libre.

A follar a follar que el mundo se va a acabar.

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