Salud y sexo

¿Cuánto tiempo debe durar una relación sexual?

Quizá te lo hayas preguntado alguna vez, apoyado contra el cabecero de la cama después de un coito demasiado corto para tu gusto

Los científicos se hacen esta misma pregunta. Pero la formulan de una forma distinta, de un modo oscuro y casi cómico: ¿cuál es la duración media de latencia de la eyaculación intravaginal?

Por supuesto, el sexo no se limita a la introducción de un pene en una vagina y a la eyaculación. Pero puede ser complicado determinar qué forma parte de ello y qué no; ¿hay que contar los preliminares o no? En caso afirmativo, ¿cuáles? En aras de la simplicidad y de la precisión, nos concentraremos en el período que va de la penetración a la eyaculación, según recoge Brendan Zietsch en el HP.–¿Cuál es la duración normal de una relación sexual?–.

500 PAREJAS, CRONOMETRADAS

Calcular la duración media no es un asunto menor. ¿Por qué no preguntar directamente a la gente cuánto tiempo emplea?, me diréis. Pues porque este método plantearía dos problemas mayores. En primer lugar, las estimaciones dadas corren el riesgo de estar sobreestimadas. Resulta socialmente tentador, en efecto, pretender que tus travesuras se suceden hasta bien entrada la noche.

En segundo lugar, es posible que no seamos capaces de decir cuánto tiempo ha durado. El sexo no es, en principio, una actividad durante la cual nuestros ojos se posan sobre el despertador de la mesita de noche.

El mejor estudio realizado, entre los que trataban de estimar la duración media del período que lleva a la eyaculación en la población general, fue llevado a cabo con 500 parejas originarias de diversos lugares del planeta. Estas debían medir, con ayuda de un cronómetro, la duración de sus relaciones sexuales durante un período de cuatro semanas.

Sí, habéis leído bien: por raro que pueda parecer, los participantes tenían que pulsar el botón de start en el momento de la penetración del pene, después el botón de stop en el momento de la eyaculación. Diréis que este gesto es susceptible de influir en el humor de los participantes, ya que no entra realmente en el orden natural de las cosas. Pero es raro que la ciencia alcance la perfección, y este método es el mejor que hemos encontrado.

DE 33 SEGUNDOS… A 44 MINUTOS

Entonces, ¿para qué sirven los resultados? La principal enseñanza es que estos varían considerablemente de una pareja a otra. La media de cada pareja (calculada a partir de todas las veces que se han acostado durante el período de cuatro semanas) va de 33 segundos -la menor duración- a 44 minutos (es decir, ¡80 veces más!), en el caso de la más larga.

Por tanto, queda claro que no existe una duración «normal». La duración media, calculada a partir de las medias de todas las parejas, se eleva a 5,4 minutos.

Del estudio también se desprenden algunas enseñanzas secundarias. Por ejemplo, el uso de preservativos no parece tener efectos sobre la duración del coito, como tampoco lo tiene la circuncisión del hombre. Estos resultados ponen en duda algunas creencias tradicionales que hablan de la relación entre la sensibilidad del pene y su eficacia en la cama.

El origen geográfico tampoco tiene mucha influencia, exceptuando a las parejas turcas, cuyas relaciones sexuales parecen ser sensiblemente más cortas (3,7 minutos) que las de otros países estudiados (Países Bajos, España, Reino Unido y Estados Unidos). La edad de los participantes, en cambio, no resulta neutra: cuanto mayor es la pareja, más cortas son las relaciones sexuales.

¿POR QUÉ HAY TANTO DEBATE?

Si bien es imposible dar una explicación definitiva a la duración de nuestras relaciones sexuales, puede que la forma del pene tenga algo que ver. En 2003, varios investigadores demostraron -con ayuda de vaginas y penes artificiales, y con jarabe de maíz a modo de esperma- que la cresta que rodea el glande del pene alejaba el jarabe preexistente en la vagina.

Este experimento demuestra que los movimientos repetidos del hombre podrían tener por objetivo alejar el esperma dejado por otros hombres, y así asegurarse, en el momento de la eyaculación, de que sus pequeños espermatozoides tienen más posibilidades de llegar los primeros al óvulo. Este fenómeno podría explicar también por qué el hombre siente dolor cuando continúa con estos movimientos después de la eyaculación: al parecer, correría el riesgo de evacuar su propio esperma.

¿Qué se puede deducir, finalmente, de todos estos resultados? Si puedo daros un consejo: tratad de no reflexionar demasiado en mitad de vuestros retozos amorosos.

La versión original de este artículo se publicó en The Conversation, que apareció posteriormente en la edición francesa del ‘HuffPost’ y ha ​​​​​​sido traducido del francés por Marina Velasco Serrano

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