No, esos no son cuerpos reales de mujer

¿Sabes cuáles son las 11 peores mentiras sobre el sexo que el porno le ha hecho creer a los hombres?

No, los penes no tienen que tener ese tamaño

No hay que olvidar el porno es un tipo de cine de ficción, y al igual que no nos creemos que los hombres vuelen, tampoco debemos creer lo que vemos en estas películas (¡Demanda a sus padres por destruir su colección de porno!).

«Tres hombres con un ordenador… Espero que no sea porno y si lo es, quiero verlo.» como diría Nathan Fillion (Las fotos más calientes de la actriz porno venezolana que enloquece a EEUU)

Cerca de la mitad de los adolescentes se informan sobre el sexo en Internet, donde el porno online genera millones de contenidos de forma periódica, y su consumo ocurre a edades cada vez más tempranas (Mujer acosaba y tenía sexo con los novios de sus hijas adolescentes).

No es la mejor escuela: los jóvenes que están conformando su sexualidad encuentran contenido ficticio elaborado para satisfacer las fantasías masculinas (La madurita Christine decidió no practicar sexo en 5 años y esto es lo que aprendió).

Eso generará falsas e incluso nocivas expectativas que arrastrarán en la edad adulta.

1. No, los penes no tienen que tener ese tamaño.

El joven Ángel Muñoz se ha convertido en la mayor estrella del porno bajo el nombre de ‘Jordi el Niño Polla’ por, precisamente, esos dos atributos: un aspecto pueril que contrasta con un miembro viril de dimensiones superiores a la media. Pero si la longitud media del pene -con variaciones según la etnicidad- es de 13 cms en erección, en el mundo de la pornografía roza los 20, precisamente porque los actores son seleccionados por su excepcionalidad. También tienen que ser capaces de mantener erecciones por largo tiempo. «Lo que le digo a los demás hombres es que tienen que recordar que el porno es fantasía», dice el actor Theo Ford.

2. No, esos no son cuerpos reales de mujer.

Las intérpretes en pornografía tienden a llevar hasta la exageración los atributos deseables para los hombres: pechos y nalgas grandes pero cinturas estrechas. Esto lleva a menudo recurrir a operaciones estéticas que pueden resultar insanas, cuando en realidad es la cinematografía y los abundantes primeros planos los que están fabricando esta ilusión de proporciones imposibles. «En realidad, te animan a estar lo más delgada posible y dejar a la cámara que haga el resto», cuenta la actriz Jade Jordan.

3. No, el sexo anal no ocurre espontáneamente.

Es una de las prácticas sexuales que más desinformación genera, porque en la pornografía ocurre con la misma naturalidad que el coito vaginal. Craso error: cono cuenta la actriz Ember Snow tras ello hay horas de preparación que incluyen cambiar la dieta, proceder a una higiene en profundidad con enemas y lubricar abundantemente la zona. «La chica se habrá tenido que preparar un día entero», explica. El sexo anal puede formar parte de una saludable relación heterosexual, pero requiere consentimiento y preparación previa- y por cierto, también es para él.

4. No, no pasa nada si no se grita de placer.

Como la inolvidable escena de ‘Cuando Harry encontró a Sally’, un orgasmo puede ser perfectamente una obra maestra de la interpretación. Los gritos, gemidos y toda clase de cosas que se dicen durante una escena porno forman parte del guión: «Nadie es tan gritón ni tan dramático», confirma la actriz Lindsey Leigh. La expresión de la sexualidad es diferente para cada cual, y el ‘sexo ruidoso’ puede ser excitante para algunos pero desanimar a otros que prefieren una experiencia más introspectiva, por lo que no es una medida estándar del goce en una relación.

5. No, el sexo en el porno no es tan divertido como parece.

La actriz Kelley Cabbana expresa de esta forma tan gráfica hasta qué punto se diferencia rodar pornografía con hacer el amor por placer: «Los actores porno aguantan horas en la misma postura para conseguir el plano. Terminas dolorida después de tanto tiempo. El set es caluroso, sudas, se te corre el maquillaje. Trabajas largas jornadas para lograr un clip de 15 minutos de perfección absoluta. Y terminas volviendo a casa con la mandíbula dolorida tras repetir una y otra vez la misma escena».

6. No, no tienes que intentar imitar las posturas.

Aunque la introducción de nuevas posturas para hacer el amor puede servir para animar la relación y descubrir nuevos placeres, las que vemos en la pornografía no tienen que ver con eso, sino con lo que se puede mostrar a cámara. Por tanto, se forzarán posiciones exageradas para mostrar la penetración, como la de ‘vaquera invertida’ (con la mujer sentada sobre el hombre y dándole la espalda para que la cámara la grabe de frente) que es propia de especialistas: es una de las que conllevan un mayor peligro de rotura de pene, una de las muchas lesiones que puede provocar experimentar sin prudencia.

7. No, no pasa nada si la mujer no eyacula.

La eyaculación femenina o ‘squirting’ es uno de los misterios del sexo: unas mujeres acompañan el orgasmo con liberación de fluido y otras no, y tan normal es lo uno como lo otro. Al igual que con los penes de gran tamaño, sin embargo, las mujeres seleccionadas como actrices a menudo tienen esa capacidad natural, que se exagera en las escenas. «Muchas chicas eyaculan pero no desde luego como se ve en el porno típico. Son situaciones absurdas que a mi personalmente me encantan», confiesa la actriz Whitney Wright. No debe confundirse, sin embargo, con la sequedad vaginal, una dolencia que provoca relaciones sexuales incómodas.

8. No, la atracción sexual no funciona como en el porno.

Aunque parece que huelga decirlo, la vida real no está solo a una mirada sugerente y un comentario lascivo de convertirse en una orgía. Pero la omnipresencia del porno online ha terminado por contaminar nuestras percepciones de las relaciones personales y sentimentales. Para empezar, los actores porno no están siempre excitados, ni siquiera cuando actúan, y no se llevan la excitación a casa: «Puede que un día no tengas interés en el sexo, te puede ocurrir, y si no tienes cuidado, tu pareja no lo entenderá. Somos gente real con vidas reales como todos los demás», revindica Kelley Cabbana.

9. No, la eyaculación del hombre no es como en el porno.

El cliché del porno es que termine en lo que se conoce en el mundillo como ‘money shot’ -porque si no se llega a él, nadie cobra. El actor culmina el coito eyaculando sobre alguna parte del cuerpo de la mujer y, en interés de la cinematografía, debe ser una descarga seminal aparatosa y espectacular. La realidad es que perfectamente puede tratarse de efectos especiales como en cualquier otra película. Hay hombres con capacidad para la multiorgasmia con un periodo de refracción corto, lo que les permite rodar varias escenas de seguido, pero eso también implica forzar su aparato genitourinario más allá de lo saludable. «He visto a muchas compañías usar pequeñas agujas y un tubo largo relleno de líquido falso», destapa la actriz Aubrey Kate.

10. No, no todo el porno es machista.

Se ha acusado, y con razón al porno ‘mainstream’ de misógino: en él, las mujeres son instrumentos de placer que se pliegan a las fantasías de los hombres. Pero la diversidad se abre paso, especialmente porque las mujeres cada vez lo consumen más y exigen un género propio. Las tendencias de «porno para mujeres» y «porno feminista» emplean cuerpos reales y situaciones de Igualdad o que intercambian los roles sexuales, explorando por ejemplo la bisexualidad y empoderando los deseos de cada cual. En la foto, Sadie Lune, Lina Bembe y Parker Marx, de la Escuela del Sexo de Berlín.


11. No, el porno gay no es solo para los homosexuales.

Por un lado, y por contraintuivo que parezca, no todos los intérpretes del porno gay son homosexuales: «Un buen puñado de modelos y actores son heteros, y se excitan antes de la escena viendo porno convencional», revela el actor Pierce Paris. Y eso lleva a otro dato sorprendente: que muchas mujeres heterosexuales y bisexuales consumen esta pornografía porque disfrutan experimentando una sexualidad masculina que «incide más en el ángulo romántico» que los productos para adultos ‘mainstream».

 

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