La hija de Raniero y Grace ha regresado a Montecarlo donde ejerce un poder en la sombra enfrentada a su cuñada Charlene
El 23 de enero de 1957 nacía Caroline Louise Marguerite Grimaldi, Princesa de Mónaco, Duquesa de Brunswick y también de Luxemburgo, al haber contraído matrimonio con Ernesto de Hannover.
Durante estas seis décadas ha sido la segunda mujer más fotografiada del mundo, tras la malograda Diana de Gales.
Su forma de vestir ha marcado tendencia entre sus fans y las firmas comerciales, que han visto en ella un referente de estilo.
Su gusto por los pantalones vaqueros durante su juventud, le dieron más de un quebradero de cabeza a su madre, la Princesa Gracia.
Carolina ha apostado siempre por la libertad en su forma de vestir y el abandono de las costumbres antiguas, que de alguna manera, esclavizaban a las mujeres, imponiéndoles un tipo de zapato o bolso, con determinados colores, en función de la estación del año.
Esta imposición clásica fue bautizada por ella misma, en abril de 2015 durante el Festival Internacional de Moda y Fotografía de Hyères en Francia, como «Dictadura de la moda».
Cliente fiel durante muchísimos años, de Christian Dior bajo la brillante dirección artística de Marc Bohan, que se convirtió inevitablemente en su amigo y confidente, su primer traje de novia en 1978, para su enlace religioso con Philippe Junot en Montecarlo, corrió a su cargo.
El matrimonio duró un lustro y Carolina volvería a casarse, esta vez por lo civil, el 29 de diciembre de 1983, con Stéfano Casiraghi, ocasión para la que volvió a lucir un sencillo vestido cruzado de Dior.
En 1989 Bohan fue sustituido por Gianfranco Ferré, y Dior perdió a su mejor clienta que entabló una nueva amistad con Karl Lagerfeld, a cargo de la dirección creativa de Chanel, que es quién la viste desde entonces, incluso para su tercera boda con Ernesto de Hannover en 1999.
Carolina no se ha dejado ver en muchos desfiles ni tampoco ha cambiado mucho de diseñador de cabecera, sólo en alguna ocasión la hemos visto con un traje de Jean Paul Gaultier, como lo hizo en el Baile de la Rosa en el año 2000.
A sus 60 años, Carolina de Mónaco ha aportado a la moda mundial el concepto de atemporalidad, buen gusto, y libertad de elección como muestra de personalidad y carisma.