El pasado viernes 3 de abril de 2020 se estrenó en Netflix la cuarta parte de ‘La Casa de Papel’ y, pese a que el procedimiento promocional habitual se viera alterado por el confinamiento, los protagonistas de la obra maestra de Álex Pina han concedido entrevistas a distancia a algunos medios de comunicación. De entre todas ellas, Alba Flores dedicó unos minutos a S Moda (EL PAÍS) para charlar sobre sus orígenes, su familia y su intachable carrera profesional frente a los focos.
La encargada de encarnar a Nairobi en la producción internacional de monos rojos y caretas de Dalí es una de las intérpretes con mayor proyección y demanda nacional e internacional (suma más de 8 millones de seguidores de Instagram) y, aunque el mercado de Hollywood es muy tentador, su meta no tiene nada que ver con la que tuvieron en su día otros actores como Antonio Banderas o Ana de Armas. La atracadora más feminista y transgresora de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre tiene claro dónde permanece su hogar y su espacio gremial y ese lugar está muy alejado del Paseo de la Fama de Los Ángeles:
«Me fui a Nueva York a probar ahí cuando no tenía nada de trabajo aquí en España. Viví en Williamsburg, en el barrio ultraortodoxo. Eso fue para mí un choque y un aprendizaje, no sabía ni que existía esa comunidad», revela a la revista de tendencias.
Alba confiesa que «se dio cuenta» de que «ese país, esa manera de trabajar y ese rimo de vida» no eran para ella. La exigencia ilimitada de «tener que triunfar» echó por tierra su exiguo sueño americano; y lo hizo hasta el extremo de no sentir «ninguna» envidia hacia extraordinarios desembarcos como el de Penélope Cruz.