El pasado como intérprete de Meghan Markle era antagónico al actual. Si ahora un vídeo publicado por ella es noticia, entonces sus trabajos audiovisuales eran habituales y rutinarios. Objetivos, focos, guiones, maquillaje, claqueta… ¡y operadores!; todo ello conformaba su día a día. Precisamente un cámara que desarrolló su labor mano a mano con la actual pareja de Enrique de Sussex hace años, ha descubierto al mundo su «cara b» a través de un esbozo que la retrata como una persona exigente que pone dificultades para trabajar en equipo y «una auténtica diva», en el sentido más despreciativo de la palabra. Lo ha hecho en unas declaraciones al tabloide británico Daily Mail, donde también reveló que, en las sesiones de fotos que se realizaba, reclamaba que no le grabasen los pies, ya que «los odia». Pese a que, por aquel entonces, aún no era una actriz popular a nivel mundial, según el profesional que prefiere mantenerse en el anonimato, «tenía su camarilla y se limitaba a hablar y reír con ellos». Por otro lado, confiesa que era rígida incluso para beber champán y que pedía un tipo concreto de flores para su camerino.
«Tenías que pedir permiso para grabar cualquier cosa. Ella era la jefa. Te sentías como si estuvieras caminando sobre cáscaras de huevo», confiesa.
Pese a que admite que «una vez que dices ‘acción’, ella sabe cómo hacer su trabajo», tampoco olvida «sus groserías», así como el hecho de que «cuando la cámara se apaga, no es la persona más agradable”.
«Estoy sorprendido de que haya encantado al chico (Harry). Parecía muy insegura y malcriada«, añade, al tiempo que reconoce que “si me hubieran ofrecido otro trabajo con ella, lo habría rechazado porque no me gustaría trabajar con alguien así de nuevo”.