El primer mitin electoral de Kanye West para aspirar a gobernar los Estados Unidos no resultó como él hubiera deseado, al menos, en lo que a su círculo más cercano se refiere. Las palabras que pronunció sobre el aborto y su experiencia más personal con su primer hija, North, a quien él y su mujer, Kim Kardashian, valoraron «no tener» porque ambos se encontraban en el «mejor momento de sus carreras profesionales», desataron la «furia» de la modelo y reina de Instagram.
En un momento en el que, según ha apuntado una fuente a la revista estadounidense People, «las cosas se han desmoronado significativamente entre los dos» y Kim está «completamente devastada», el rapero de 43 años ha decidido esconderse, junto a «un pequeño grupo de personas» por las que pondría la mano en el fuego, en un «búnker seguro» ubicado en su rancho de Wyoming, tal y como revela The Sun.
En este contexto, en el que la citada publicación agrega que él «no confía en Kim o en su familia» (ella intentó buscar «ayuda profesional urgente» e internarlo en un centro psiquiátrico a raíz de las consecuencias del trastorno bipolar que padece), su matrimonio estaría en la cuerda floja y la palabra ‘divorcio’ no hace más que sonar fuerza.
La preocupación de los familiares de West es superior cada día, y su campaña presidencial podría terminar por costarle uno de sus pilares más importantes: su compromiso con la madre de sus cuatro vástagos.