La familia de los latinos que iniciaron los disturbios se marcha de Alcorcón

(PD/Agencias).- Un portal con los cristales reventados y un periódico tapando un agujero para que no se cuele el frío. Es el resultado de la furia que se desató la tarde del sábado debajo del bloque donde vivían los dos hermanos dominicanos, de 17 y de 21 años, a los que se les acusa de iniciar la reyerta que ha desembocado en las revueltas tumultuarias que han hecho, tristemente célebre, el municipio madrileño de Alcorcón.

Cuenta M.J. Alvarez en ABC que desde el domingo, el domicilio que ocupaban junto a su madre y a otro hermano pequeño en la calle de la Sierra de Peñalara está desierto. Nadie sabe dónde están. Lo cierto es que «se han quitado de en medio. Se han marchado de este pueblo. Con la que está cayendo…».

Unos dicen que la mujer y el menor se han ido a su país, a la República Dominicana. Y que también se han marchado los mayores con ella. Temen que el estallido de violencia juvenil, si nadie lo remedia, «acabe como el rosario de la aurora y paguen justos por pecadores».

Uno de ellos, detenido
Lo cierto es que el de 17 años fue detenido tras la batalla campal que se desató el sábado por las calles del barrio de Torres Bellas y deberá permanecer 45 días en un centro de internamiento. Del mayor nada se sabe. «Llevaban aquí un tiempo, y la verdad es que no teníamos mucha relación. Subía y bajaba bastante gente a su casa y armaban mucho jaleo.

Los destrozos al portal del inmueble en el que residían, situado a espaldas del centro joven y de las canchas de baloncesto, y a pocos metros de donde vive Julio González, de 27 años, el herido más grave, que no tuvo nada que ver con los hechos que se produjeron la tarde del sábado.

Fue cuando un centenar de jóvenes alcorconeros se concentró en la calle de la Sierra de Peñalara, en donde se había refugiado uno de los dominicanos, al que estaban buscando para «cobrarse la afrenta del día anterior». Los chavales de la zona acusan a ambos hermanos de haber agredido el viernes a una pareja -un dominicano y su novia- y a un menor.

«Estuvieron aquí abajo un montón de tiempo, esperándoles. Los hermanos, ante semejante panorama, no se atrevían a bajar. La Policía Nacional incluso acabó escoltándoles, y pudieron salir cuando todo se calmó. Desde entonces no les hemos vuelto a ver», explicaba otro vecino.

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