(PD/Agencias).- El ciudadano británico de 36 años Peter Voisey fue condenado a cadena perpetua el pasado 1 de diciembre por una agresión horrenda. Voisey entró en la casa donde vivía una niña de 6 años, en la localidad de Wellington, la secuestró y abusó sexualmente de ella, antes de abandonarla desnuda en un callejón.
Cuenta Begoña Arce en El Periódico que en el juicio, celebrado en Newcastle, las marcas de los zapatos dejadas por el pederasta en el cuarto de baño, donde se hallaba la pequeña en el momento del rapto, fue la prueba decisiva para demostrar su culpabilidad.
Los forenses hallaron 10 huellas de unas zapatillas deportivas que correspondían en el número y el dibujo con las de Voisey.
El trabajo de identificación lo realizó el Servicio de Ciencias Forenses, una compañía dependiente del Gobierno, utilizando las técnicas científicas tradicionales, combinadas con una nueva tecnología para identificar el ADN.
Trabajo de laboratorio
Este laboratorio londinense, bajo control del Ministerio de Interior británico, lanzará el próximo 15 de febrero el primer banco de datos mundial de huellas de calzado nacional.
En este archivo, similar al de muestras de ADN creado en el Reino Unido en 1995, se recogerán las huellas de botas, zapatos y zapatillas dejados por delincuentes y criminales en el escenario de sus fechorías. Las fotos y los moldes tomados de las huellas serán analizados en los laboratorios, escaneados y guardados.
Los expertos utilizan luz ultravioleta para descubrir las marcas dejadas por los zapatos en todo tipo de superficies. La tarea es muy complicada cuando las pisadas están en alfombras y bastante más fácil cuando se trata de superficies lisas.
Pero es difícil zafarse de los propios pasos. Por ejemplo, al ladrón Mark Murphy lo delataron sus huellas en la casa del deportista James Cracknell. Murphy fue a la cárcel el pasado año por robar relojes, joyas y las medallas olímpicas de oro ganadas en Sídney y Atenas por el especialista en remo.
En el nuevo banco de datos hay ya 1.000 huellas de zapatillas Nike, las más populares entre los fichados, así como otros cientos de muestras de las marcas más vendidas en los comercios. La técnica conocida con el nombre de Cenicienta, por aquello del cuento, permite saber la procedencia y el estilo de un zapato, aunque su propietario solo haya dejado una huella parcial.
Los análisis pueden detectar detalles tan minuciosos como la posición del pie, sus incorrecciones, los puntos de presión de los dedos o la forma del talón. Los científicos pueden comparar después todas esas particularidades con el pie del sospechoso, para ver si los datos coinciden.
Camarera asesinada
La policía británica suele pedir la recuperación de las huellas de las pisadas en el 40% de los lugares que registran tras cometerse un delito.
Eso fue lo que hicieron los detectives que investigaron la muerte de Felicity Pager, una camarera de 23 años asesinada a cuchilladas en la cocina de su apartamento. Al lado del cadáver había marcas ensangrentadas de las suelas de unos zapatos.
Durante la investigación del caso, la policía examinó las huellas de 1.200 personas para terminar deteniendo a William Webb, el novio de la víctima, propietario del calzado acusador.
El infalible Sherlock Holmes ya vio claramente hace más de un siglo que este tipo de pruebas eran de vital importancia en el arte de la criminología, lo que dice mucho de la clarividencia de Arthur Conan Doyle, el autor del famoso personaje. Hoy, la legislación británica otorga el mismo valor a las huellas del calzado que al ADN y las huellas dactilares.
Este reconocimiento resultó fatídico para Desmond Hue, detenido por robo. Hue admitió que las marcas halladas correspondían a las de sus zapatillas, pero argumentó que las bambas eran de segunda mano y que las había comprado horas antes de ser detenido.
Al final no tuvo escapatoria, cuando los científicos compararon algunas deformaciones especiales idénticas a las halladas en otro calzado encontrado en su casa.
