(PD / Agencias).- Un solo tirador asesinó a seis personas en la madrugada de ayer domingo en Crandon (Wisconsin), una localidad de 2.000 habitantes al norte de los Estados Unidos, cerca de la frontera con Canadá.
Todos los muertos tenían entre 14 y 20 años y queda por contabilizar un número indeterminado de heridos. El asesino, «armado y muy peligroso», era un ayudante del sheriff del condado, del que ni siquiera se sabía con certeza si está vivo o muerto. Lo único que se afirmaba con seguridad es que inició el tiroteo en una fiesta, quizás por razones de despecho sentimental.
Es una zona teóricamente idílica, con cabañas hechas de grandes troncos, partidas de caza, carreras de motos de nieve, etc. Los disparos habrían empezado por causas desconocidas alrededor de las tres de la madrugada.
El agente fue abatido a tiros tras una persecución por las Fuerzas de Seguridad. Otro de los heridos se encuentra hospitalizado, al igual que un policía. El sospechoso llevaba trabajando 20 años para el Departamento del Sheriff del Condado de Forest y a tiempo parcial en el Departamento de Policía de Crandon. En el momento del tiroteo se encontraba fuera de servicio, según ha explicado el sheriff Keith Van Cleev.
Las víctimas, que tienen edades comprendidas entre los 14 y los 20 años, fueron sorprendidas cuando celebraban una fiesta. El agente local irrumpió en la casa donde estaban reunidos y comenzó a disparar.
El alcalde de Crandon, Gary Bradley, ha rechazado hacer comentarios sobre la investigación. «Vamos a permanecer unidos y a ser fuertes. Somos una comunidad fuerte, siempre lo hemos sido. Es una situación atroz, pero sobreviviremos», ha declarado.
Tres de las víctimas estudiaban en el Instituto de Crandon, mientras que las otras tres ya se habían graduado. El motivo del tiroteo aún no se conoce aunque una de las madres de una joven de 14 años fallecida apunta «a los celos» como la posible causa. Las clases de hoy han sido suspendidas en la ciudad.
