La violencia contra las mujeres alcanza proporciones de epidemia en los países en conflicto

(PD / EFE).- Ante esta afirmación de la ONU, el secretario general, Ban Ki-moon, ha instado a fortalecer la respuesta individual y colectiva a los crímenes contra las mujeres, por lo que reiteró su petición al Consejo de Seguridad de que cree un mecanismo de seguimiento de la violencia de género.

«Esto es esencial si queremos revertir el daño causado por los conflictos y construir sociedades más cohesionadas, que incluyan a todos y donde se rindan cuentas», agregó Ban en su intervención en el debate celebrado este martes por el Consejo de Seguridad de la ONU sobre el cumplimiento de la resolución 1.325.

El documento adoptado en 2000 recoge el derecho de la mujer a la seguridad y a participar en el mantenimiento de la paz, como por ejemplo las de los cascos azules.

La ONU ha denunciado a lo largo de los años el uso de la violencia sexual como una herramienta de terror contra los civiles, especialmente en conflicto como el de la República Democrática del Congo o el de la región sudanesa de Darfur que han provocado enormes desplazamientos de población.

En cuanto al papel de la mujer dentro de la ONU, Ban señaló que en los últimos siete años ha aumentado la participación de la mujer en los procesos de mediación, la búsqueda de la justicia, el desarme y el fomento de la reconciliación.

En ese sentido, el subsecretario general para el Mantenimiento de la Paz, Jean Marie Guéhenno, apuntó el nombramiento de Margarete Loj como representante especial de Naciones Unidas para Liberia, lo que la coloca al mando de una de las mayores misiones del organismo.

Los número dos de las misiones en Sudán y Burundi son mujeres, a lo que se une la decisión de India de enviar a Liberia un contingente policial exclusivamente femenino.

Un mes después de su despliegue se multiplicaron por tres las solicitudes de ingreso de mujeres a la Policía Nacional liberiana, dijo.

Guéhenno consideró «apremiante» encontrar un enfoque integrado al fenómeno de la violencia contra la mujer en situaciones de conflicto y posteriores al conflicto.

«Mientras la violación se utilice como una arma de guerra en lugares como la República Democrática del Congo y Darfur, afrontar estos crímenes de guerra requiere ir más allá de los compromisos políticos y los acuerdos para compartir el poder y los recursos», apuntó.

Por ello, señaló que se necesita un esfuerzo concertado y firme de los actores nacionales e internacionales a todos los niveles para poder combatir la violación y todas las formas de violencia sexual que mujeres y niñas sufren en esos países.

Guéhenno solicitó al Consejo de Seguridad que se asegure que en los mandatos y los recursos de las misiones de la ONU se incluya la autorización necesaria para tener en consideración el peligro que afrontan las mujeres y las niñas, y cómo se las debe proteger.

Los cascos azules proporcionan seguridad física y su presencia puede prevenir las agresiones, apuntó el diplomático, pero su labor debe complementarse con programas de asistencia a las víctimas.

«Ahora que nos vamos a desplegar en Darfur, aprovecho para recordar que las boinas azules solas no pondrán fin a las violaciones y los otros crímenes sexuales terribles», advirtió.

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