(PD / Agencias).- La Conferencia Episcopal Tarraconense (CET), que reúne a los obispos catalanes, considera «inaceptables» las guías de sexualidad de la Generalitat, dirigidas a jóvenes a entre 10 y 16 años, porque «superan las competencias propias del poder político».
Los dos libritos pedagógicos editados por el gobierno catalán y que han provocado estas reacciones son: ‘A mí també em passa. I a tu?’, ‘Fes-te’l teu!’, ambos sobre el paso de la infancia a la adolescencia, los cambios que experimenta el cuerpo de los jóvenes y los métodos de prevención del SIDA. Según la conferencia, la Generalitat, mediante estos opúsculos, «no puede imponer ni favorecer una determinada ideología, sino que se debe limitar a garantizar la preservación de la salud de los ciudadanos y el pluralismo legítimo de ideas y opciones educativas».
Los obispos criticaron que el contenido de las guías «va más allá del ámbito estrictamente cientificoterapéutico -para prevenir el Sida- y se introduce en el terreno de los valores fundamentales y de su transmisión».
Así, «incluye una valoración del cuerpo humano y de la sexualidad, un concepto específico de amor interpersonal de la pareja desvinculado de la familia, una valoración del enamoramiento, de la homosexualidad y la heterosexualidad, de la relación afectivo-sexual de los adolescentes y jóvenes, y de diversas prácticas sexuales», señalaron los obispos en un comunicado.
Por otra parte, la CET defendió que esta materia pertenece «esencialmente a la ética y a la educación moral y, en consecuencia, los primeros responsables son los padres». En este sentido, reivindicó el papel de los progenitores al argumentar que «ellos son quienes tienen en primer lugar el derecho y el deber de definir los valores, organizarlos y transmitirlos a sus hijos».
Los obispos también instaron a los responsables de las guías, elaboradas por la Conselleria de Salud y la Secretaría de Juventud de la Generalitat, a «retroceder» en esta «intromisión», ya que «todo el mundo saldría beneficiado».
«Se beneficiará el poder político, porque no pisará un ámbito que no le corresponde y demostrará con hechos que acepta y promueve la legítima diversidad más allá de si la comparte o no», y «los padres, tanto los creyentes como los no creyentes, porque todos tienen el mismo derecho de ejercer su responsabilidad como educadores de sus hijos». «Por supuesto, en primer lugar, se beneficiarán los menores», concluyeron.
