Coslada Vice

(PD).- Parece un remake cateto de Miami Vice. La banda del «sheriff» Ginés apaleaba a sus víctimas para que retiraran las denuncias. Y la extorsión no sólo aterraba a putas, locales de juerga y ciudadanos de Coslada. También caía sobre policías municipales «díscolos». Y el alcalde, Ángel Viveros (PSOE) y su concejal de Urbanismo y Seguridad, Antonio Murillo (PIC), afirman que se enteraron de todo por la Prensa.

El jefe de la Policía local de Coslada sorteó durante años la presión policial y utilizar métodos contundentes para evitar que las denuncias prosperaran.

* Ginés Jiménez contaba con una amplia red de informadores en los juzgados de Coslada.
* En una conversación grabada, su ‘número dos’ dice: «Nos vamos a follar a ésta o le damos una paliza».

El jueves fueron detenidos 26 agentes y ayer otros dos. 17 de los detenidos pasarán mañana domingo a disposición judicial. El resto prestaron declaración ayer y quedaron en libertad con cargos. Uno de los últimos detenidos pertenece a la Policía Local de Arganda del Rey, aunque vive en Coslada. El otro es de Loeches, aunque sólo está imputado, no detenido.

Las denuncias contra el sheriff Ginés y sus hombres de confianza fueron numerosas, pero que la gran mayoría eran retiradas de los juzgados a las pocas fechas de haberlas presentado.

¿Por qué? Porque al enterarse los denunciados, Ginés ordenaba a algunos de sus chicos que hicieran una visita a los denunciantes. A veces, sólo con amenazas lograban disuadirle para que acudiera de nuevo a los juzgados y se desdijera.

En otras ocasiones, tenían que aumentar la presión. Así, los hombres de Ginés usaban la violencia y daban palizas a los que, pese a las amenazas, se negaban a retirar las denuncias.

Además de en metálico, los extorsionadores sacaban importantes ventajas materiales a costa de empresas de Coslada. Así, por ejemplo, si adquirían un vehículo nuevo, lograban unas rebajas sustanciales por parte de los concesionarios, muy por encima de cualquiera de las mejores promociones.

EL ALCALDE DEL PASOE NI SABE NI CONTESTA

Mientras los municipales que restan en activo siguen patrullando una ciudad cuajada de pintadas insultantes contra los corruptos, muchos -sobre todo en las filas del PSOE que gobierna la localdiad- dicen que nunca oyeron nada.

El anterior concejal de Justicia, José Huélamo, encargado de dirigir y controlar la labor policial hasta 2007 y también del PIC, un partido con un sólo concejal que sin embargo controla tan estratégico cargo y sirve de «bisagra para dar victorias a PP o PSO, afrima que todo lo que había eran «rumores o disputas internas entre los sindicatos».

Que la banda de Ginés traía, también, por el camino de la amargura a los sindicatos parece indudable, a tenor de lo denunciado este viernes por el CSI-CSIF.

Esta situación, en concreto, empezó hace unos tres años, cuando el sindicato intentó abrir su propia sección.

LEÑA A LOS SINDICATOS DÍSCOLOS

Los obstáculos que encontraron fueron mayúsculos. Ante la «conculcación de los derechos de los trabajadores» denunciados por el CSI-CSIF y las presuntas irregularidades en el comportamiento de los policías imputados, el sindicato no mantuvo la boca cerrada. Y sus representantes empezaron a pagarlo caro.

Hubo extorsiones, pero también agentes que se encontraron con amenazas anónimas en sus buzones y teléfonos. Los casos más llamativos fueron, probablemente, los de un policía al que le reventaron la taquilla para meterle un puñado de gambas podridas o de otro que se encontró con un gato muerto en el asiento de su coche particular.

Hasta diez son las denuncias que han presentado contra el jefe de la Policía Local. Curiosamente, una de ellas fue admitida a trámite ayer por el juzgado de Instrucción número 1 de Coslada.

Al llamado «Método Ginés» lo definen como «personalista, despótico y, en muchas ocasiones, bordeando la ilegalidad». Denuncian una persecución constante contra quienes no aceptaban sus métodos, contra los «rebeldes».

Pero hubo más capítulos, como el que afectó a Gervasio Villaverde, delegado sindical del CSI-CISF en la comisaría: le robaron su arma reglamentaria del armero municipal y, «casualmente», aquel día, las cámaras de videovigilancia no funcionaron. ¿Mala suerte? Es más, hubo funcionarios que tuvieron que acudir a tratamiento médico y pidieron el traslado a otra comisaría.

Las represalias eran casi continuas. Por ejemplo, una agente, ante las presiones que sufría, cogió una depresión y se marchó a vivir a la isla de Tenerife.

Luego, estaba el asunto de los constantes cambios de turno a los afiliados al CSI-CSIF, pese a los derechos adquiridos por antigüedad. «Si te afilias a ese sindicato, te cambio de turno», amenazaba Ginés, según fuentes sindicales.

La cuestión es que nadie hizo nada. Ni siquiera los juzgados, hasta, curiosamente, ayer, tras el huracán levantado con la macrooperación «Bloque».

Ahora, el juicio por esta primera denuncia aceptada, que es por injurias, se celebrará el próximo 9 de julio. Allí se verá a Ginés Jiménez sentado en el banquillo, para contestar a las preguntas sobre las denuncias interpuestas por cinco de sus subordinados, a los que acusó de emprender una campaña de desprestigio contra él.

Los denunciantes son el sargento Gervasio Villaverde Pérez y los agentes Julián Martín-Pozuelo, Juan José Álvarez Piris, Roberto García Puente y Pedro Jiménez Villanueva.

Denuncias a los agentes
Jiménez atribuyó a los cinco demandantes «graves» sucesos ocurridos, como el incendio de un vehículo policial, la introducción de un animal muerto en un vehículo de un compañero o el envío de escritos anónimos contra la Jefatura, precisamente, algunos de los asuntos de los que a él se le acusa por parte del CSI-CSIF.

«Todos ellos -indicaba Ginés en su escrito, de 8 de noviembre de 2007, al que ha tenido acceso ABC- apoyados políticamente en la sombra de Francisco Javier Becerra Redondo (PP), concejal de Seguridad».

Criticaba «la utilización de este sindicato para sus intereses personales y que nada les importaba sobre los derechos de los policías locales y otros trabajadores en general», decía Jiménez en el escrito.

El PP de Coslada, tres semanas después, escribía al alcalde socialista de la localidad para interesarse por estos hechos, pidiéndole explicaciones, y añadía: «El Grupo Municipal Popular de Coslada rechaza el tono y el contenido de la nota» emitida por Ginés Jiménez. Aún no ha recibido respuesta.

¿Qué se hizo desde los diferentes Gobiernos municipales? Teniendo en cuenta que Ginés llevaba en el cargo desde 1986 y que ha trabajado con Ejecutivos de todos los colores, la cuestión va por etapas.

Hubo que cambiar de concejal
Por ejemplo, en el anterior mandato, cuyo alcalde, Raúl López (PP), gobernaba con la Plataforma de la Izquierda de Coslada (PIC), se produjeron numerosas fricciones en la primera mitad del mandato.

Comenzó siendo concejal de Seguridad Francisco Becerra, del PP. Desde el primer momento, Ginés no se avino a órdenes de nadie. «Usted es un político y yo soy policía y quien sabe cómo funciona esto», argüía.

Los desacatos eran constantes, desde las llamadas de atención por no llegar a su puesto de trabajo a la hora debida a la negativa de la orden del concejal de que pusiera a más agentes en las calles. Pero Ginés hacía de su capa un sayo y tejía y destejía a su antojo.

La situación llegó a tal punto, que López se vio obligado a tomar cartas en el asunto y a hablar muy seriamente sobre la situación con su socio de Gobierno, José Huélamo (PIC). Se acordó que éste, quien precisamente había sido el que llevó a Ginés a la Policía Local de Coslada en 1986 -ambos militaban en Comisiones Obreras-, relevara a Becerra al frente de la Concejalía de Seguridad.

Fue entonces, sólo entonces, cuando Ginés se tranquilizó, y cambiaron sus argumentos. Ya no le molestaban los políticos. Al menos, no su pigmalión: «Yo sólo obedezco órdenes del señor Huélamo», decía.

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