(PD).- Un preso chino que esperaba en el corredor de la muerte por un asesinato vio su pena reducida a 12 años de cárcel gracias a la petición de la madre de su víctima, a la que ha prometido cuidar en la vejez una vez cumpla su condena.
La portada del el diario pequinés «Beijing News» presenta una instantánea en la que Song Xiaomin, de 23 años, aparece de rodillas, esposado, suplicando entre lágrimas a la señora Liang Jianhong.
En el año 2006, Song y el hijo de Liang, Ma Gang, de 26 años, se desplazaron a trabajar a Pekín desde su provincia natal de Hebei (norte).
Desde entonces, ambos jóvenes pasaron por una serie de empleos de bajo nivel, hasta que el pasado 8 de enero, Song apuñaló y mató a Ma con un arma blanca porque el último se negaba a pagarle una deuda de 560 yuanes con la que el asesino esperaba viajar a casa por el Festival de Primavera, el más importante del calendario chino.
«Ma no me daba el dinero, así que cogí un cuchillo para intimidarle», explicó Song durante el juicio en el Primer Tribunal Popular Intermedio de Pekín, que revisó la inicial sentencia a muerte a petición de Liang.
Su destino, irremediable dado el delito de sangre y la celeridad con la que China aplica la pena de muerte, cambió gracias a la insistencia de una madre que, consciente de que la ejecución de Song no le devolvería a su hijo, pidió una segunda oportunidad para el asesino, al que, no obstante, afirmó seguir odiando.
Además, la señora Liang rechazó cualquier indemnización económica de parte del acusado, ya que «su familia es incluso más pobre que la mía», declaró en el tribunal.
La vida de Song no fue fácil, ya que sus padres se divorciaron cuando él tenía siete años, y su madre cedió la custodia del hijo al padre, que falleció hace años.
Desde entonces, Song acabó viviendo con su abuela, a la que pretendía visitar con el dinero que le debía Ma.
«Ella me ha dado una segunda vida. Es realmente una gran persona y me ha enseñado lo que es la tolerancia. Espero poder cuidarla cuando sea liberado», apuntó Song al referirse a la madre de su víctima.
Durante el juicio, Song llamó «madre» a Liang en varias ocasiones, pese a que esa no quiere verle, ya que su sola imagen le recuerda la pérdida de su hijo, señaló el «Beijing News».
Según la Fundación Dui Hua, dedicada al seguimiento de la situación de los presos políticos en China, el régimen comunista ejecutó a al menos 5.000 condenados a muerte en 2007.
El Tribunal Supremo chino recuperó el 1 de enero de 2007 la función de revisar las penas de muerte dictadas por cortes menores, una medida considerada como una de las más importantes reformas introducidas en el sistema judicial chino.