(PD).-El avión de Spanair recorrió 1.200 metros antes de estallar en una vaguada próxima a la pista 36L. Después de salirse de su trayectoria, virar a la derecha e impactar con la cola en el suelo, chocó hasta tres veces contra el terreno a causa de los desniveles que presentan los aledaños a las pistas de Barajas. Tras recorrer ese kilómetro largo y llevarse por delante todo lo que encontró a su paso, terminó encajonado en un arroyo.
A mitad de camino, aproximadamente, reventó la bodega de carga y empezaron a salirse los equipajes de las 166 personas que componían el pasaje del Sunbreeze. Al final de su fatídico camino llegó al arroyo, donde estalló por completo. Por ese motivo fue allí donde se encontró el mayor número de víctimas, además de las piezas principales del avión y pertenencias de los pasajeros, según informa hoy El Mundo.
Ayer mismo, todavía se podían observar libros medio quemados, camisas hechas jirones, fotos pegadas al barro y un sinfín de restos que formaban parte del equipaje. Los investigadores que han peinado la zona no han parado de encontrar objetos en un radio amplísimo, calculado desde el punto central en el que se produjo la tragedia.
Varias personas que han visitado el lugar del desastre cuando la inspección ocular finalizó encontraron joyas y otros objetos personales de los 154 fallecidos. Entre las pertenencias que más llamaron la atención de los investigadores había juguetes de los niños que viajaban en la aeronave. Entre ellos, han aparecido muñecos, coches y juegos, que ahora están chamuscados y tirados en el barrizal.
