Una ventana abierta se convierte en la prueba clave contra los McCann

(PD).- El policía que coordinó la investigación por la desaparición de Madeleine fue apartado del caso hace un año, y tras retirarse ha dejado por escrito sus razones para sospechar de los padres.

Explica Carmelo López-Arias en Elsemanaldigital que Gonçalo Amaral, director del Departamento de Investigación Criminal de Portimao, fue el encargado de coordinar las investigaciones por la desaparición de Madeleine McCann en la noche del 3 de mayo de 2007.

El 2 de octubre, un mes después de que Kate y Gerry McCann fuesen declarados arguidos, le apartaron del caso, y tras jubilarse el mes de julio pasado ha puesto por escrito los detalles de su trabajo. El libro ha sido un best seller en Portugal y llega a España -como informó El Semanal Digital- prometiendo el mismo éxito.

Es ante todo una reivindicación de sí mismo y de sus compañeros ante el silencio de los responsables de la Policía Judiciaria lusa. Considera que fueron objeto de una campaña internacional de difamación -alentada por una parte de la prensa británica- tendente a presentar a Portugal como un país tercermundista cuya seriedad policial y judicial estaría en cuestión.

La misma figura del arguido (sospechoso no imputado formalmente) ha sido considerada impropia de una «Justicia moderna», aunque Amaral la defiende: con ella un testigo adquiere el derecho a no autoincriminarse.

Asimismo, explica que su salida del caso se debió a presiones foráneas: incluso pudo ser impuesta por el Reino Unido como condición para dar vía libre el Tratado de Lisboa, que en julio del año pasado logró, bajo presidencia portuguesa, un desbloqueo por los gobiernos de la Unión Europea tras el fracaso de la Constitución europea. Se trataría, pues, de un episodio de rivalidad política entre dos Estados de la UE, que acabó frustrando lo que describe como una fructífera colaboración inicial entre sus policías. Todo cambió cuando la investigación dio el giro que la ha hecho célebre, convirtiendo a los McCann de víctimas en sospechosos.

¿Qué pasó aquella noche?

Maddie. La verdad de la mentira es un completo resumen del «caso Madeleine». Amaral explica los pasos que dieron y cómo había algo raro en el comportamiento y las declaraciones de Kate y Gerry.

Admite errores policiales: por un lado, en el cuidado de la escena del crimen durante las primeras horas de la investigación, ante la ausencia de protocolos nítidos para este tipo de casos; y por otro, en la misma consideración hacia los padres, hasta el extremo de que pruebas que en otras circunstancias se habrían practicado (como verificar la hipótesis de la sedación de los gemelos hermanos de Maddie, Sean y Amelie) se dejaron pasar al principio por que no pudiese pensarse que señalaban con el dedo a los progenitores de la pequeña.

Los indicios que Amaral va acumulando contra los padres son conocidos, y algunos despertaron su olfato policial desde el principio, como las contradicciones en los testimonios de quienes cenaban con los McCann el día de la desgracia, y en el de la misma Kate Healy.

En efecto, ahí están los hallazgos de los perros Eddie (especialista en detectar olor de cadáver) y Keela (especialista en detectar restos de sangre): sus detecciones fueron claramente positivas en el apartamento familiar (y claramente negativas en los apartamentos del círculo próximo a la familia) y en el vehículo alquilado por los McCann tres semanas después de la desaparición.

Al final el laboratorio de Birmingham que estudió las pruebas halladas tras la detección canina no ha podido ser concluyente en cuanto a la identificación, lo que terminó por quitar a la pareja la condición de arguido y, en la práctica, por cerrar el caso.

Otro indicio tremendo es el testimonio de una familia irlandesa, los Smith, que según denuncia Amaral nunca fue investigado adecuadamente: situaría sin lugar a dudas a Gerry llevando en la noche de autos el cuerpo de un niño en dirección a la playa… justo en dirección contraria a lo que afirma -pero respecto a un extraño a quien identificó como Robert Murat- el poco congruente testimonio de Jane Tanner, amiga de los McCann y comensal en Tapas.

La prueba clave

Pero con el informe final de Birmingham sin confirmar nada, y sin incorporarse a los autos el testimonio de los Smith, el que parece principal indicio contra Kate -según el relato de Amaral- es que ella dice que cuando entró la ventana estaba abierta y con las cortinas agitándose.

Esto es absolutamente imposible según el cotejo de testimonios, afirma el policía portugués, y en consecuencia indicaría que o ella miente o lo hace alguno de sus amigos, sin que quepa posibilidad de error dada la ubicación de esa ventana y los recorridos de vigilancia que el grupo afirma haber hecho.

Amaral no duda en afirmar que los McCann cometieron los hechos por los que fueron arguidos: ocultación de cadáver y simulación de delito. El investigador luso sugiere que la niña murió esa misma noche a causa de un «trágico accidente»: quizá Maddie cayó al suelo en mala postura desde un sofá.

Su padre lo habría separado de la pared para evitar otra caída desde esa ventana a la calle, y justo en esa pared encontraron los perros olor de cadáver y restos de sangre. La ocultación perseguiría librarse de posibles consecuencias en la custodia de Sean y Amelie por negligencia en el cuidado de los hijos.

Y apunta además otra razón que obligaría ahora a los padres a huir hacia adelante: hay un fondo de dos millones de libras vinculado a la búsqueda de Madeleine, y de descubrirse que los padres sabían desde el principio que no fue raptada, se les podría acusar de un grave delito de «burla cualificada o abuso de confianza».

La parte débil de la tesis

Los hechos que apunta Amaral son incontrovertibles y forman parte del sumario. Pero las pruebas de ADN no han sido definitivas, el testimonio de los Smith no fue sometido a examen a fondo, y la contradicción en los testimonios admitiría muchas explicaciones, y no sólo la culpabilidad o complicidad.

De ahí que en el caso Madeleine siempre quede la duda de si los McCann son unos consumados y calculadores actores (y hay testimonios de que ni uno ni otro son tan fríos como se los ha descrito, y el mismo Amaral los aporta), o bien son unos padres que, a la desgracia mayor que podría sucederles, se les ha añadido el mazazo de verse criminalizados.

Además, Amaral apunta claramente a que la muerte accidental de la niña, el descubrimiento del cadáver por sus padres y el plan para su ocultación tuvieron que suceder, como mucho, entre las 21.00 y las 22.30. Es decir, no se plantea la hipótesis de que todo ello sucediese entre las 17.30 (última hora en la que testigos independientes vieron viva a Maddie) y las 21.00 (hora en la que quedaron a cenar los ya conocidos como nueve de Tapas), dado que en ese lapso no tendría sentido separar el sofá de la ventana, estando los niños acompañados, ni ocultar la muerte, pues no habría negligencia en su cuidado.

Eso sí, recoge testimonios de que sobre David Payne, amigo de los McCann y uno de los comensales de aquella noche, existían sospechas de «comportamientos anómalos en su relación con los niños» desde 2005. Y Payne estuvo en el apartamento de los McCann después de las 17.30… sólo que Kate dice que estuvo allí 30 segundos y Gerry que estuvo 30 minutos.

La tesis de Amaral obliga pues a pensar en unos padres a los que bajo ningún concepto acusa de hacer daño a su hija, pero que son capaces de descubrir a su hija muerta y en poco más de una hora ocultar el cadáver y continuar su cena en aparente normalidad, fingiendo después el rapto. Y todo ello quizá convirtiendo en cómplices a todos o a algunos de sus amigos.

¿Es creíble? ¿Es psicológicamente posible? Eso queda a la valoración de cada cual, una vez leído este testimonio sobre un caso sobrecogedor en el que se han entremezclado las legítimas investigaciones policiales con lamentables filtraciones y amarillismos.

Y donde -en eso tiene razón Amaral- sólo hay una víctima, en cualquiera de las hipótesis: una niña que iba a cumplir cuatro años y cuyo destino no debería haber sido convertirse en protagonista de miles y miles de páginas de sucesos en todo el mundo.

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