«Si alguien tiene algún Goya y no es suyo, por favor que entre en razón y lo devuelva»

(PD).- Después de la alegría que supone ganar un Goya, el cineasta Albert Solé experimentó anoche una «especie de coitus interruptus», según explica él mismo, cuando al ir a recuperar la estatuilla del guardarropa en donde se celebraba la fiesta de «Los crímenes de Oxford», éste ya no estaba.

«Es un robo a la ilusión de muchos años», asegura el realizador catalán, que recogía anoche el Goya al mejor documental por «Bucarest. La memoria perdida», filme en el que repasa la lucha política de su padre, el ex ministro de Cultura y uno de los padres de la Constitución, Jordi Solé Tura, desde los años de exilio durante el franquismo hasta su lucha contra el alzheimer.

«Si alguien tiene algún Goya al mejor documental y no es suyo, por favor que entre en razón y lo devuelva, porque es algo irreemplazable», comentaba la presidenta de la Academia, Ángeles González-Sinde, que asegura que encargar uno nuevo es algo «muy costoso y se tarda mucho tiempo».

Los hechos ocurrieron en una discoteca de la madrileña calle Echegaray, en donde el equipo de la película «Los crímenes de Oxford», de Alex de la Iglesia, que obtuvo tres de los seis a los que optaba, celebraba la fiesta posterior a la gala de los Goya.

Allí llegó un flamante Albert Solé con su Goya bajo el brazo, pero cuando decidió retirarse a dormir se encontró con que la «chica del ropero le había dado la escultura a un chico con gafas». «Yo sé que hay muchas personas a las que les gusta coleccionar este tipo de trofeos, pero ése es mío, por favor, y me ha costado mucho ganarlo», explica el cineasta desconsolado.

La estatuilla diseñada por José Luis Fernández para la Academia de Cine y que representa un busto de Francisco de Goya, está valorada en más de mil euros.

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