Yo me fui a por el otro y les avisé: "¡Cuidado con la pistola!". Entonces, en el momento en que fui a arrebatarle la bolsa con el género, sacó el revólver del cinturón y me apuntó. Estaba a medio metro de mí y disparó dos veces
No era la primera vez que intentaban robar a Juan Martínez, pero lo de la semana pasada fue muy especial. Joyero de profesión, con cuatro añis en el sector, tiene su establecimiento en el número 42 de la calle Guzmán el Bueno, en Madrid y suele abrir muy temprano.
«Suelo abrir muy pronto, aunque para el público lo hago a las diez de la mañana. Sobre las once menos cuarto, entró un hombre, con traje, de unos 45 años y aspecto suramericano. Llamó al timbre y le recibí en el mostrador».
Preguntó al visitante qué deseaba, sin sospechar todavía nada..
«Quiero un reloj para mi hija, que cumple 15 años»
En el relato que recoge Carlos Hidalgo en ABC, el joyero confiesa que le llamó la atención que para una adolescente el hombre se interesara por uno de los relojes de oro del escaparate.
«Me parece un poco exagerado para una niña de su edad…».
Se dirigió a la apertura de la vitrina y en ese momento, sintió la presión del arma en su costado. Se giró y el revolver quedó apuntando a su estómago.
«En las imágenes se ve cómo sacó el revólver de detrás del pantalón, donde lo llevaba escondido, en el cinturón. Cuando metí la mano en el escaparate, me encañonó».
Juan Martínez tiene 48 años y es alto, fuerte y decidido. Empujó al bandido, que empezó a pegarle culatazos y a gritar:
«¡Hijo de puta, estate quieto o te pego dos tiros! ¡Te voy a matar!»
Juan cayó de rodillas al suelo y desde allí vio como entraba otro individuo, más joven que el anterior.
«La cara de ése me sonaba mucho de haberle visto por la calle. Debían de haber estado siguiendo mis movimientos con anterioridad».
El segundo ladrón portaba una bolsa de tela, de una conocida marca de maletas, en la que dentro había una chaqueta con la que pretendía cambiarse de ropa una vez consumado el asalto.
«Yo había perdido un poco la noción por los golpes y el atracador empezó a coger las bateas de los mostradores, con pendientes, sortijas, pulseras…».
Encañonándole, le metieron en la habitación interior. Allí, cuando intentaban atarlo de pies y manos, decididó que iba a jugársela.
«Reaccioné y me fui a por él. Yo no me dejaba, le empujaba y le volvía a empujar… Cuando llegó el otro en ayuda de su compañero, me dieron patadas, puñetazos, por todos lados. Y el de la bolsa se fue de nuevo para la tienda; pero me volví a resistir, y tuvo que acudir de nuevo… Así hasta tres veces».
Los atracadores cerraron, creyendo que su víctima queda noqueada y salieron a la calle, momento en Juan rompió las ligaduras y se fue tras ellos.
Ensangrentado, con heridas en las muñecas, los pies y la cara, el joyero salió corriendo a la calle, tras sus agresores.
Éstos huían por la siguiente calle transversal, la de Abdón Terradas y cuando el comerciante gritaba «¡Ladrones! ¡Ladrones!», ellos, para despistar y sin vergüenza alguna, exclamaban lo mismo.
Pero cerca se encontraban charlando dos mecánicos de un taller y el dueño y el camarero de un restaurante. Los cuatro conocen a Juan, y se tiraron contra los ladrones, pillando al más trajeado.
«Yo me fui a por el otro y les avisé: «¡Cuidado con la pistola!». Entonces, en el momento en que fui a arrebatarle la bolsa con el género, sacó el revólver del cinturón y me apuntó. Estaba a medio metro de mí y disparó dos veces».
Pero sonaron dos chasquidos. No percutió ningún proyectil. El ladrón, al sacar el arma de la parte delantera del pantalón, había abierto por accidente el tambor del arma.
Juan le quitó la bolsa -había 120.000 euros en joyas-, mientras que el ladrón trajeado, en el suelo, reducido por los otros ciudadanos y con dos de ellos sentados encima, gritaba a su compinche:
«¡Dispara! ¡Dispara!».
Lo único que le quedaba al delincuente era huir. Y así lo hizo, a toda carrera, sin bolsa, sólo con un paquete de joyas valoradas entre 25.000 y 30.000 euros.
El detenido llevaba pasaporte uruguayo falso. Había llegado el 14 de septiembre a España para atracar.