El acusado de matar a dos homosexuales en Vigo pide «perdón» y mantiene que actuó «muy asustado»

El acusado del doble crimen de la calle Oporto de Vigo, Jacobo Piñeiro Rial, ha pedido «perdón» este miércoles en la última sesión del juicio que se sigue contra él en la sección quinta de la Audiencia Provincial de Pontevedra y ha admitido que «pasó lo que pasó» porque actuó estando «muy asustado».

Piñeiro Rial ha hecho uso de su derecho a la última palabra para reiterar que acuchilló a Isaac Pérez Triviño y a Julio Anderson Luciano «por miedo». Así, ha intentado justificar sus contradicciones y ha lamentado que los testigos lo hayan hecho pasar por un «chulo», al tiempo que ha insistido en que estaba «muy asustado» y que, incluso, después de matar a los dos jóvenes, cogió todos los cuchillos de un cajón de la cocina y estuvo «dando vueltas por el piso sin saber qué hacer».

El acusado finalizó su alegato pidiendo «perdón» a su familia y a su hijo, además de a la madre de Isaac, aunque en ningún momento se dirigió a ella. No obstante reconoció esa petición de perdón «no soluciona nada» y que «lo justo no hubiera sido ese resultado».

Asimismo, su abogado defensor ha intentado demostrar ante el jurado que «todo son conjeturas» y que «no se han podido demostrar los hechos» tal y como mantienen las acusaciones. «Las conjeturas no son pruebas, y la falta de pruebas impide una condena», ha aseverado, y ha apuntado que «tan verídica puede ser la versión de la acusación y la Fiscalía, como la de Jacobo», ya que es la única persona que sabe lo que realmente pasó en ese piso.

«PAROXISMO DE TERROR»

El letrado de la defensa ha mantenido como ejes de su estrategia las atenuantes de intoxicación, miedo insuperable y legítima defensa. A ese respecto ha explicado que Piñeiro «se volvió loco creyendo que lo iban a atacar» –él alegó miedo a ser violado– y que tuvo una «pérdida pasajera de su capacidad para razonar», que le llevó a «reaccionar descontroladamente».

De hecho, el abogado ha justificado el ensañamiento de los crímenes –57 puñaladas en total, varias de ellas mortales por sí mismas– porque Jacobo, «en el paroxismo de su terror, se extralimitó en sus acciones». También ha apuntado que «no se sabe quién atacó primero» y que su patrocinado «se defendió como buenamente pudo», porque «como dijo un famoso entrenador de fútbol, no hay mejor defensa que un buen ataque».

Además, este abogado ha recordado que el acusado ya ha cumplido 4 años de prisión preventiva y que ha sido sometido a un «juicio paralelo», teniendo que «soportar todo tipo de comentarios, insinuaciones y noticias». A esto ha añadido el hecho de que «contrariamente a lo que pronosticaban los más agoreros, no se ha fugado» y ha vuelto a sentarse en el banquillo «para asumir su responsabilidad una vez más».

ACUSACIONES

La Fiscalía ha hecho hincapié, en su alegato final, en las pruebas testificales y periciales que desmontan los argumentos de la defensa para pedir la aplicación de circunstancias atenuantes. Así, ha resaltado el «ensañamiento» de Jacobo con sus víctimas, a las que atacó en dos momentos distintos, cuando estaban «indefensos» y de una forma «desproporcionada». «¿Creen que propinar 7 puñaladas en la cara a una personal inmóvil es legítima defensa?», ha preguntado al jurado, al tiempo que les ha recordado que Piñeiro no acudió a la Policía.

Del mismo modo, el representante del Ministerio Público, quien se refirió a la versión del acusado como una «vorágine de mentiras», recordó la declaración de las forenses, que rechazaron la posibilidad de que el acusado actuase bajo los efectos del alcohol y la cocaína. También ha precisado que Piñeiro «mintió» sobre sus relaciones sexuales con hombres porque «si reconoce que las mantiene, su historia de la violación se va al traste».

De hecho, la acusación particular ha puntualizado que ésta es «la gran mentira» del acusado, porque alega que «dos gays intentaron violarle y tuvo que defenderse», cuando había mantenido relaciones consentidas con uno de ellos durante toda la tarde.

Este abogado ha llamado la atención del jurado sobre la «frialdad» de Piñeiro cuando, en la sesión del juicio de este martes, estuvo «a escaso medio metro» de las imágenes de los fallecidos y de la escena del crimen y «no movió ni una ceja». «El autor material –del doble crimen– no ha manifestado ningún sentimiento, y esta forma tan poco humana de reaccionar y la frialdad absoluta lo definen», ha apostillado.

La Fiscalía pide para Piñeiro 60 años de cárcel por dos delitos de asesinato y uno de incendio con agravantes; mientras que la acusación particular pide la misma pena, más 18 meses de prisión por un delito de hurto –al llevarse el acusado una maleta con «todos los objetos de valor» de la casa–. La defensa pide que se le absuelva.

El juicio ha finalizado este miércoles y el jurado, tras recibir las instrucciones pertinentes, quedará encerrado para deliberar y responder a las preguntas que conforman el objeto de veredicto. Este caso ya fue juzgado con anterioridad y otro tribunal popular absolvió a Piñeiro de los asesinatos. El Tribunal Superior de Xustiza de Galicia anuló la sentencia y ordenó una nueva vista.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído