Condenado a casi 30 años de cárcel por el asesinato a martillazos de un hombre en noviembre de 2004

La Audiencia Provincial de Granada ha condenado a un total de 29 años y diez meses de prisión a Marius S.L., de nacionalidad rumana, por el asesinato en noviembre de 2004 de un hombre de 61 años que lo había acogido en su casa-cueva de Villanueva de las Torres (Granada). Por el crimen ya fue condenado igualmente a la misma pena otro joven también rumano de 20 años, que actuó en connivencia con él.

El tribunal de la Sección Segunda considera a Marius S.L., que ha sido juzgado con posterioridad a su compatriota porque se marchó a Rumania y estaba ilocalizable hasta hace unos meses, autor no sólo de un delito de asesinato, sino también de un intento de homicidio y dos robos con violencia. Además, como responsabilidad civil, se le exige una indemnización de un total de 115.000 euros a la familia del fallecido.

Según consta en la sentencia ahora dictada, a la que ha tenido acceso Europa Press, Marius S.L., de 30 años, y Daniel L.G. –condenado también por un delito de asesinato con ensañamiento, otro de homicidio en grado de tentativa y dos delitos de robo con violencia– llegaron a Villanueva de las Torres el 4 de noviembre de 2004 y se presentaron en el domicilio de M.V.M., una casa-cueva. El joven ya condenado conocía a M.V.M. porque había residido anteriormente con su padre con motivo de la recogida de la aceituna en la casa de su hermano, A.V.M.

Dos días después, alojados ambos en la casa de la que sería después su víctima, Daniel salió del domicilio y se fue a recoger el pan en el despacho donde solía comprarlo a diario M.V.M. Recogido el pan se dirigió a la casa de A.V.M., y le requirió a su mujer las llaves de la casa-cueva donde había permanecido anteriormente con su padre.

Una vez de regreso a la casa de M.V.M., se inició una discusión de Marius y Daniel con éste, en el curso de la cual con una machota de albañil, una martillo de los usados para romper paredes, golpearon a su anfitrión «con el propósito de acabar con su vida» y con «consciente aumento del sufrimiento provocado». Tras los primeros golpes que le hicieron caer al suelo, señalan los magistrados en el fallo, arrastraron a la víctima hasta un almacén contiguo al dormitorio donde habían iniciado la riña, donde golpearon de nuevo al herido, al que propinaron hasta diez martillazos, cinco en la cabeza, impactos que le provocaron la muerte. El fallecido estaba casado y tenía cinco hijos.

Posteriormente, buscaron en la casa objetos de valor, de los que se apoderaron «con ánimo de ilícito beneficio». Después, abandonaron la casa y se dirigieron a un bar a tomar cervezas, donde fueron invitados por el hermano de la víctima, A.V.M. Ya por la noche, a las 23,00 horas, se dirigieron hacia otra calle del mismo pueblo, donde le dijeron a un hombre que se iban a llevar su coche. Al negarse el propietario del vehículo, comenzaron a agredirlo, golpeándolo en el costado y en la espalda.

El hombre, de iniciales J.M.P., trató de escapar, pero fue alcanzado a pocos metros y golpeado de nuevo y agredido con un arma blanca, hasta que pensaron que había fallecido.

Entonces, le sustrajeron el coche para emprender la huida precipitada del lugar, lo que motivó que sufrieran un accidente y abandonaran el vehículo, que después fue recuperado. Llegaron en tren a Madrid, donde Marius decidió regresar a Rumania. El más joven de los dos fue detenido, procesado, enjuiciado y condenado, mientras que el otro, fue arrestado con posterioridad en virtud de una orden de busca y captura internacional.

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