Cristina García Rodero retrata los paisajes humanos de la cultura gallega en la muestra ‘Transtempo’

El Círculo de Bellas Artes acoge la exposición ‘Transtempo’, un conjunto de fotografías en las que Cristina García Rodero ha retratado los paisajes humanos de la cultura popular gallega, desde 1977 y hasta finales de la década de los años 90. La muestra podrá visitarse hasta el 2 de octubre.

Durante cerca de treinta años, Rodero (Puertollano, Ciudad Real, 1949) se perdió por las carreteras de la Galicia más recóndita y profunda en busca de instantáneas con las que mostrar el rastro popular de un territorio olvidado hasta hace poco tiempo, por lo que su obra parte de una «búsqueda espontánea», según ha explicado este miércoles la artista en la presentación de la muestra.

En el conjunto de fotografías que componen esta muestra, comisariada por Miguel von Hafe Pérez, se observa la evolución política, social, religiosa y cultural que ha experimentado esta región durante los últimos años, desde la época en la que fue «una tierra olvidada», en palabras de la autora de estas instantáneas.

En su trayectoria artística y profesional, Rodero destaca que Galicia ha sido «un lugar muy querido por lo diferente que era de su tierra», La Mancha. De este territorio destaca la naturalidad de sus gentes, a quienes «no les importa que les fotografíen, y eso para un fotógrafo es un regalo», admite la artista.

En su viaje por Galicia se observa el «esfuerzo por salir adelante en la vida». Por ello, escogió como puntos cardinales de su fotografía dos polos opuestos: la alegría viva del carnaval y las romerías, por un lado, y las muertes de seres queridos, como una mirada antagónica de un mismo modo de vida.

ALMAS ANONIMAS

Un lugar alejado del resto de la península por el aislamiento de las comunicaciones, especialmente durante los primeros años de la década de los 70, permitió a Rodero observar la relación de estos habitantes con lo religioso, lo pagano, las desgracias, la tierra y la naturaleza. Su principal característica reside en el análisis realizado a través del sentimiento, lo psicológico y lo social de almas humanas anónimas.

«Me llamó la atención la naturalidad con la que aceptan la muerte, su espontaneidad y su deseo por luchar contra la vida dura que les tocó vivir», recuerda la fotógrafa, para quien esta muestra traspasa cualquier momento pasado, ya que «nunca cambia el sentido de fragilidad del ser humano, porque siempre tiene la necesidad de ser atendido».

En un momento en el que el conocimiento se compartía de forma oral y en el que el acceso inmediato a cualquier dato era una tarea imposible, las fuentes de información de la artista fueron sacerdotes, feriantes y mendigos, con quienes intercambió cualquier apunte para empezar a construir sus calendarios y sus rutas por el territorio gallego.

Tras una larga trayectoria como fotógrafa, y después de convertirse en la primera española en ser miembro de la Agencia Internacional de fotografía Magnum, Rodero no duda en afirmar que no quiere parar de trabajar.

«Viendo el trabajo de Antonio López en el Thyssen me dieron ganas de volver a la pintura. En ese momento me di cuenta de que hay que intentar no parar el ritmo de vida que a veces nos empuja a detenernos», ha declarado.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído