El valor es identificar a 100 chinos con la foto del carné
La redada de los chinos ha provocado un brote de periodismo amarillo. El efecto no es debido a cuestiones de coloración epidérmica, sino a que el actor porno más célebre de España está entre el centenar de detenidos. —Siga leyendo en La Gaceta—
Al permanecer entre rejas, se desconoce su postura. Y quien la conozca será porque haya visto alguna película suya. Según cuentan, la red de blanqueo de dinero ahora desmantelada encontraba apoyatura en este tal Nacho Vidal a través de su empresa de producciones cinematográficas.
Como se les ocurriera reflejar en la contabilidad un elevado gasto de vestuario, estaría bastante claro por qué les han pillado. Mucho sexo y poco seso. La ventaja de ser actor porno es que tu talento permanece oculto la mayor parte del día.
En la operación policial también ha caído un concejal del Ayuntamiento de Fuenlabrada, pero esto es lo menos llamativo. No hay redada en la que no aparezca un concejal de algo. Para situarles, el polígono Cobo Calleja es una zona de Madrid repleta de naves industriales que, de un tiempo a esta parte, se ha convertido en una provincia china dentro de España.
Lo llaman el Chinatown español, pero después de conocer lo que allí se cocía debería denominarse Chan-Chu-Llo. 120 registros de inmuebles y cursar 200 órdenes de incautación de vehículos. La red delictiva se dedicaba al blanqueo de capitales y a la evasión fiscal, actividades lucrativas que complementaban con las labores propias de su mafia, o sea extorsión, prostitución y tráfico de personas.
El supuesto cabecilla de la trama es un empresario chino llamado Pin Gao. A este también le cambiarán el nombre. Después de atraparlo, será más conocido como Chin Gao. Al parecer, la organización criminal sacaba de España cinco millones de euros en metálico cada mes con rumbo al país del sol naciente.
El botín viajaba en los mismos contenedores que transportaban hasta nuestro país productos para su venta en bazares chinos. Ya saben, artículos de bajo precio e ínfima calidad, como la clásica escobilla del váter que al tercer uso se rompe sin que nadie se queje. No hay quien reclame por la mala calidad de un producto comprado en un chino. Se da por hecho.
Y en lugar de ir a la tienda a acordarnos de la honorable madre del dependiente, compramos otra igual, mientras el chinito sonríe servicial al reconocer en nosotros al consumidor perfecto, que en su lengua vernácula es Ti-Mao.
Aun con la espectacularidad de las cifras, el principal mérito de la Policía no son los dos años de investigación a las órdenes del juez de la Audiencia Nacional Fernando Andreu.
El auténtico valor es el que tiene identificar a 100 chinos con la foto del carné. Una rueda de reconocimiento de chinos se me antoja una experiencia próxima a la de mirar por un caleidoscopio tras la ingestión de media docena de gintonics cargaditos.
Justo es felicitar a los funcionarios que han llevado a cabo la operación. A mí me parece que alcanzar el éxito en esta misión es un trabajo de chinos.