Cuando se dieron a la fuga tras asaltar una gasolinera uno de los ladrones murió atropellado
Cuatro atracos en menos de quince días en las provincias de Ciudad Real y Toledo y doce robos con violencia pistola en mano. Son los delitos que se le imputan a ocho miembros de una banda criminal detenida este miércoles por la Guardia Civil. Siete de ellos ya se encuentran en prisión.
Su modus operandi era de lo más meticuloso. Estudiaban la zona antes de perpetrar los atracos y seleccionaban los establecimientos más aislados de la población para obstaculizar así las posibles llamadas para alerta a la Policía. También planificaban el momento más adecuado para cometer el robo, que coincidía con la hora del cierre de los comercios y de esta forma aprovechar que los empleados estaban en una actitud más distendida mientras realizaban las labores de limpieza o de conteo del dinero.
Además, programaban y diseñaban hasta al detalle de su vestimenta. Solían ir ataviados con prendas de camuflaje y ocultaban su rostro con pasamontañas que se habían elaborado ellos mismos con mangas de jerséis y camisetas anudadas en uno de sus extremos, a las que hacían agujeros para poder ver. Y por si fuera poco, en cada asalto variaban sus disfraces con nuevas telas y diferentes colores con el fin de evitar que las víctimas pudieran relacionar un hecho con los otros.
Disparos al aire y amenazas de muerte
El día del atraco, se desplazaban tres o cuatro integrantes de la banda hasta el lugar, mientras el resto permanecía en el exterior para vigilar y agilizar la huida. El líder de los detenidos accedía al interior del establecimiento y tomaba el control del robo. Una vez dentro, ataban con bridas a sus víctimas y las amenazaban de muerte pistola en mano e incluso llegaban a golpearles con las armas.
Para dar mayor credibilidad a su amenazas disparaban al aire y a las máquinas recreativas. Aunque en este caso también lo hacían para apoderarse del dinero recaudado a lo largo del día.
Una vez logrado su objetivo, obligaban a las víctimas a entregarles las llaves de sus vehículos para huir en ellos. Después, abandonaban los coches en caminos cercanos a unos pocos kilómetros de distancia del lugar del atraco. Y allí los demás integrantes de la organización les recogían y continuaban la fuga sin que se les relacionara con el suceso.
Los atracos que cometieron en el plazo de quince días fueron en un restaurante de Argamasilla de Calatrava (Ciudad Real), en un estanco de Val de Santo Domingo (Toledo) y en dos estaciones de servicio, una en Maqueda (Toledo) y otra en Brazatortas (Ciudad Real).
Alternaban estos atracos con robos violentos fundamentalmente en viviendas, aunque algunos de ellos fueron cometidos también en explotaciones agrícolas y ganaderas, establecimientos de hostelería y estaciones de servicio.
Precisamente, la alarma de una de las gasolineras de Ciudad Real saltó mientras los atracadores estaban dentro y cuando se dieron a la fuga uno de los ladrones murió atropellado. El fallecido cargaba con una escopeta de cañones recortados que ya ha sido remitida al Servicio de Criminalística de la Guardia Civil.
Frustrado el robo de un millón en Madrid
La operación policial se precipitó cuando la Guardia Civil supo que los delincuentes iba a atracar a una persona de Madrid, de la que pensaban obtener un botín de un millón de euros.
La Guardia Civil efectuó un total de nueve registros, seis de ellos en las localidades toledanas de Quismondo y Maqueda, y los tres restantes en Puertollano, Porzuna y Ciudad Real, en los que se recuperaron herramientas, material audiovisual e informático, joyas, cuatro pistolas de aire comprimido que son réplicas exactas de armas reales, terminales móviles, garrafas de gasoil y varios cuchillos y machetes.
Los detenidos por estos hechos tienen edades comprendidas entre los 23 y los 53 años. Todos ellos están a disposición del juzgado de instrucción número 3 de Puertollano, cuyo titular ha ordenado el ingreso en prisión de siete de los integrantes de esa organización criminal.