La historia de Albert Solà e Ingrid Sartiau, el español y la belga que afirman ser hijos ilegítimos de Juan Carlos I (de hecho él sería el primogénito), se ha derrumbado como un castillo de naipes. Los supuestos hermanos no son tal, y lo saben desde hace más de un año, pese a que lo han ocultado. Lo saben, en concreto, desde que recibieron los resultados de sus pruebas definitivas de ADN a las que se sometieron en Bélgica. Éstas dieron negativo, cuenta El Semanal Digital en –El autor de la prueba de ADN a los ‘hijos’ del Rey desmonta su engaño-.
El caso de Solà y Sartiau, que saltó a la palestra a mediados de 2012, ha vuelto a la actualidad tras la abdicación del Rey, la rapidez del Gobierno para aforarle y la decisión del abogado de Solà, Francesc Bueno, de ampliar -este mismo lunes- la demanda de paternidad ante la Audiencia Provincial de Madrid. Pero no es tal y como ellos la han contado hasta ahora. Al menos uno de los dos no es hijo de Don Juan Carlos, lo que pone en tela de juicio el resto de la historia.
El Semanal Digital ha hablado en exclusiva con el genetista que hizo los análisis a ambos, el profesor de la universidad belga de Lovaina Jean Jacques Cassiman, un reputado científico en su campo, y el ADN no engaña: «No tienen el mismo padre», afirma categórico. «El problema fue que no quisieron creerme. Se lo dije claramente hace más de un año pero siguieron diciendo que eran hermanos de padre. Y eso no es correcto», añade.
Todo empezó cuando hace dos años, y tras encontrar a su supuesto hermano por Internet, Ingrid Sartiau acudió al laboratorio de Cassiman y le expuso el caso. Llevaba unos análisis que, supuestamente, Solà se había hecho tiempo atrás en Barcelona. Los compararon con una muestra del ADN de Sartiau y dio como resultado entre un 90 y un 92% de probabilidades de que fueran hermanos de padre (puesto que se sabía que sus madres eran distintas).
Desde entonces han utilizado esas pruebas para apuntalar su versión ante la prensa y ante la Justicia. Pero se han callado el resto de la historia. Cassiman explica a este diario que, tras esos análisis iniciales, pidió a Solà que viniera a su laboratorio para sacarle una muestra in situ y asegurarse de que el ADN que había analizado previamente era suyo.
LA HISTORIA DA UN GIRO
Cuál fue la sorpresa cuando el resultado dio negativo. Con total certeza. Así se lo comunicó el científico a ambos, pero en vano: «Creen que soy un mentiroso», se lamenta. «Me temo que creen que estoy bajo la presión de los tribunales españoles y del Rey. Creen que me han presionado para que diga esto», narra.
Cassiman deja claro que no tiene «nada que ganar» con esto y que jamás la Casa Real española se ha puesto en contacto con él, así que difícilmente Zarzuela puede haberle presionado. Es más, desvela que, después de que el caso de Solà y Sartiau saltara a la prensa, otras tres personas han acudido a su laboratorio afirmando que ellos también son hijos de Juan Carlos I.
Aunque no da detalles sobre ellas porque no está «autorizado», señala: «Eran personas que habían leído los periódicos. Y probablemente hay muchos más. Así que si empezamos con un caso imagino que habrá cientos de casos», continúa, llegando así al quid de la cuestión del rápido blindaje del Rey tras su abdicación: protegerle frente a quienes aseguran ser hijos suyos.
«El señor Solà ha sido educado en el convencimiento de que Juan Carlos es su padre», como dice Cassiman. Pero ya sea él o Ingrid Sartiau, según la segunda y definitiva prueba de ADN uno de los dos está mintiendo.
Según el abogado de Solà, Francesc Bueno, la relación entre los dos que sostienen ser hermanos está «muy deteriorada» e insinúa que es Ingrid Sartiau quien debe dar explicaciones. El Semanal Digital ha intentado ponerse en contacto con ella, pero sin obtener respuesta hasta ahora.
