Conducta humana

La «viuda negra» de Patraix reina también en la cárcel de Picassent

La Policía de Valencia ya ha interrogado a tres de los cuatro amantes que mantuvo a la vez

La «viuda negra» de Patraix reina también en la cárcel de Picassent
Maje Telecinco

«Maje va a diario al gimnasio y allí pasa mucho tiempo, poniéndose fuerte y aprovechando para coquetear con todo el que puede». María Jesús Moreno, Maje, de 27 años, lleva desde el 12 de enero en prisión por el crimen de su marido el ingeniero Antonio Navarro al que apuñaló en el garaje de su casa de Patraix (Valencia) uno de los amantes de ella: el celador Salvador Rodrigo, de 47 años, el pasado 16 de agosto. Ambos están entre rejas, pero Maje aprovecha el tiempo en el centro penitenciario de Picassent, según las fuentes consultadas por ABC, y reina en la cárcel persuadida de su capacidad para manipular voluntades.

Los investigadores del Grupo de Homicidios de Valencia van de sorpresa en sorpresa con las declaraciones que han prestado ya numerosos testigos y que sirven para componer el retrato de esta enfermera que engañó a todos aquellos que tenía a su alrededor. La semana pasada compareció el cuarto de los amantes que Maje simultaneó en los meses previos y posteriores al crimen de su marido. Tomás, un fisioterapetua con el que mantenía relaciones antes de casarse y después, aportó unas conversaciones de Telegram con la mujer del pasado mes de junio en las que ella le dijo que su esposo la maltrataba y que estaba enfermo de cáncer. Con todo, lo más relevante es que la enfermera admitía que había pensado «en acabar con su vida» (la de su marido).

La vida sentimental/sexual de Maje es tan prolífica en los meses que rodean al crimen que se precisa un mapa para no perderse entre nombres y fechas. Tomás, Salva, José y Sergio son los cuatro hombres que se disputaron su cama. Solo los dos primeros sabían que estaba casada. Salva, el celador y compañero de trabajo, llevó a tal grado su obsesión que acabó apuñalando al marido de Maje en su garaje «tan solo porque pensó que sería bueno para ella», según declaró al juez cuando lo detuvieron. «La quiero mucho y quiero que sea feliz». Tanto que se inculpó en solitario del asesinato, si bien en un careo posterior ninguno abrió la boca.

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